El senju observaba comer a su compañera nueva con una pequeña pizca de asombro y desconfianza. Aunque estaba brindando un show de gula no le extrañaba que comiera tanto, ya que lo superaba en tamaño y peso. El ninja esperó un moemnto antes de empezar a comer, parecía que quisiera decir algo pero al final se lo guardó. Tomó los palillos y empezó a llevar comida a la boca. Se podía sentir un poco de envidia del chico en cada mirada que le daba mientras mordía el pan para combinar con el bolo en su boca.
—Te debo una disculpa.— espetó, acompañado de una mirada seria —Lamento haberte tratado como una criminal... es que hace días que estoy aquí intentando resolver una misión y todavía no he conseguido nada, ni una sola pista.
Se recostó sobre el respaldo de la silla, no era tan acolchado como el asiento. Dedicó una mirada al techo, perdida, sin prestar atención en los detalles, luego llevó las manos a la cara y se la frotó un poco, intentando espabilar.
—Perdón, no tendría que arruinar la comida con mis comentarios. Negó con las manos y evitó mirarla a los ojos. Concentró su atención en el plato y pellizcó otro bocado. La comida estaba deliciosa y por lo pronto lo reconfortaba un poco.
—No quiero molestarte más, espero que este plato haya sido suficiente para que me perdones. El chico se levantó e hizo una reverencia de agradecimiento. Y se retiró del salón en silencio.
—Te debo una disculpa.— espetó, acompañado de una mirada seria —Lamento haberte tratado como una criminal... es que hace días que estoy aquí intentando resolver una misión y todavía no he conseguido nada, ni una sola pista.
Se recostó sobre el respaldo de la silla, no era tan acolchado como el asiento. Dedicó una mirada al techo, perdida, sin prestar atención en los detalles, luego llevó las manos a la cara y se la frotó un poco, intentando espabilar.
—Perdón, no tendría que arruinar la comida con mis comentarios. Negó con las manos y evitó mirarla a los ojos. Concentró su atención en el plato y pellizcó otro bocado. La comida estaba deliciosa y por lo pronto lo reconfortaba un poco.
—No quiero molestarte más, espero que este plato haya sido suficiente para que me perdones. El chico se levantó e hizo una reverencia de agradecimiento. Y se retiró del salón en silencio.