7/02/2019, 12:27
Daruu tardó varios segundos en reaccionar. Quizás estaba demasiado consternado por la sorpresa, o quizás todavía seguía enfadado con Ayame... El corazón de la muchacha se estremeció ante la sola idea. Y por eso no pudo contener un nuevo sollozo cuando sintió, al fin, los brazos de él rodeando su cintura y su respiración junto a su oreja. La besó entre el cuello y la mejilla y entonces comenzó a tartamudear:
—Lle-llevo encerrado en casa d-días. Nadie m-me había d-dicho nada. No m-me dejaban ir a v-verte, y... y... —Daruu la apretó contra él, como si temiera que fuera a desvanecerse de nuevo en cualquier momento, y ella le abrazó con aún más fuerza—. A-Ayame-chan. A-al fin...
Se separó de ella y la besó con infinita dulzura en los labios, mientras ella apoyaba las manos en su pecho.
—¿H-has vuelto hoy mismo?
Ella asintió, mordiéndose el labio inferior para contener los temblores.
—S... sí... De hecho no debe ni haber pasado un cuarto de hora... —respondió, pensativa—. Shanise-senpai nos llevó al Valle de los Dojos, y allí los Sabios Uzumaki lo hicieron...
De repente Ayame se dio cuenta de algo y se quedó rígida como una tabla, mirando a un punto por detrás de Daruu. De un momento a otro, los colores volvieron a su rostro de forma abrupta, sonrojando sus mejillas hasta encenderlas como dos antorchas en la oscuridad. Se había acordado de repente de la presencia de Kiroe, que ahora los observaba desde una distancia prudencial entre risillas de expectación. Sólo le habrían faltado las palomitas para completar su confort.
—Lle-llevo encerrado en casa d-días. Nadie m-me había d-dicho nada. No m-me dejaban ir a v-verte, y... y... —Daruu la apretó contra él, como si temiera que fuera a desvanecerse de nuevo en cualquier momento, y ella le abrazó con aún más fuerza—. A-Ayame-chan. A-al fin...
Se separó de ella y la besó con infinita dulzura en los labios, mientras ella apoyaba las manos en su pecho.
—¿H-has vuelto hoy mismo?
Ella asintió, mordiéndose el labio inferior para contener los temblores.
—S... sí... De hecho no debe ni haber pasado un cuarto de hora... —respondió, pensativa—. Shanise-senpai nos llevó al Valle de los Dojos, y allí los Sabios Uzumaki lo hicieron...
De repente Ayame se dio cuenta de algo y se quedó rígida como una tabla, mirando a un punto por detrás de Daruu. De un momento a otro, los colores volvieron a su rostro de forma abrupta, sonrojando sus mejillas hasta encenderlas como dos antorchas en la oscuridad. Se había acordado de repente de la presencia de Kiroe, que ahora los observaba desde una distancia prudencial entre risillas de expectación. Sólo le habrían faltado las palomitas para completar su confort.