9/02/2019, 00:40
Juro caminaba felizmente por el bosque. A sus espaldas, cargaba, al descubierto, a Gen, su marioneta favorita y fiel compañera durante tanto tiempo, desde que se había graduado.
— Me encanta el bosque, ¿sabes? — comentó. La marioneta asentía, pero en realidad, lo hacía por el vaivén de los pasos de Juro. Su expresión estaba tan rígida como el árbol que habían talado para hacerla —. No sé, es como, muy relajante, ¿entiendes?
Su afán por comunicarse se debía a que estaba un poco nervioso. Se había encaminado fuera de la villa sin protección. No le había dicho nada a Yota (vale que era la persona que iba a cuidar de él, pero joder, ¿Tenía que llamarle hasta para ir al baño?), ni a su alumno, ni en general, a ningún shinobi. A veces, él también tenía la necesidad de dar un paseo. Y tampoco estaba haciendo ningún delito. Simplemente caminar por su país.
Una excursión por el bosque de bambu y vuelta a casa. Era era su idea. Su meta. Su objetivo. Su máxima en aquel día templado y agradable...
... o al menos, eso pensaba. Al principio, tomó un pequeño "atajo" en lugar del camino tradicional, para llegar más rápido. Luego, una pequeña desviación, porque "éste camino ya se lo conocía". Al final, acabó armándose un lío que ni él solo sabía cómo arreglar. Cuando se quiso dar cuenta, no solo no estaba en el bosque de bambú, sino que ahora se encontraba en una llanura. El bosque se encontraba a lo lejos, y parecía que no tenía intenciones de acercarse.
¿Qué como había podido llegar ahí? Era un verdadero misterio.
— Esto es culpa tuya. ¡Tú me has dejado hacer esto! — exclamó, culpando a su pobre marioneta, que seguía asintiendo al vaivén de sus pasos —. Encima exigiendo cosas. La próxima vez, me llevas tu.
En ese momento, Juro llevaba una ropa casual: camisa verde, pantalones azules, su chaleco de jounin y su bandana (porque estaba en su país, ¿Por qué debería de asustarse?). A los lados de su cintura, los dos pergaminos pequeños en los que tenía sus regalitos especiales. Tenía que ser precavido, claro está.
El chico caminaba tranquila y despreocupadamente, sin darse cuenta que ni si quiera estaba dirigiendose hacia los bosques de bambu. Lo cierto es que iba en dirección contraria.
Eso hizo que el chico no tuviera si quiera margen de reacción cuando se topo, de bruces, con Daruu, que iba justamente en su dirección opuesta.
— Me encanta el bosque, ¿sabes? — comentó. La marioneta asentía, pero en realidad, lo hacía por el vaivén de los pasos de Juro. Su expresión estaba tan rígida como el árbol que habían talado para hacerla —. No sé, es como, muy relajante, ¿entiendes?
Su afán por comunicarse se debía a que estaba un poco nervioso. Se había encaminado fuera de la villa sin protección. No le había dicho nada a Yota (vale que era la persona que iba a cuidar de él, pero joder, ¿Tenía que llamarle hasta para ir al baño?), ni a su alumno, ni en general, a ningún shinobi. A veces, él también tenía la necesidad de dar un paseo. Y tampoco estaba haciendo ningún delito. Simplemente caminar por su país.
Una excursión por el bosque de bambu y vuelta a casa. Era era su idea. Su meta. Su objetivo. Su máxima en aquel día templado y agradable...
... o al menos, eso pensaba. Al principio, tomó un pequeño "atajo" en lugar del camino tradicional, para llegar más rápido. Luego, una pequeña desviación, porque "éste camino ya se lo conocía". Al final, acabó armándose un lío que ni él solo sabía cómo arreglar. Cuando se quiso dar cuenta, no solo no estaba en el bosque de bambú, sino que ahora se encontraba en una llanura. El bosque se encontraba a lo lejos, y parecía que no tenía intenciones de acercarse.
¿Qué como había podido llegar ahí? Era un verdadero misterio.
— Esto es culpa tuya. ¡Tú me has dejado hacer esto! — exclamó, culpando a su pobre marioneta, que seguía asintiendo al vaivén de sus pasos —. Encima exigiendo cosas. La próxima vez, me llevas tu.
En ese momento, Juro llevaba una ropa casual: camisa verde, pantalones azules, su chaleco de jounin y su bandana (porque estaba en su país, ¿Por qué debería de asustarse?). A los lados de su cintura, los dos pergaminos pequeños en los que tenía sus regalitos especiales. Tenía que ser precavido, claro está.
El chico caminaba tranquila y despreocupadamente, sin darse cuenta que ni si quiera estaba dirigiendose hacia los bosques de bambu. Lo cierto es que iba en dirección contraria.
Eso hizo que el chico no tuviera si quiera margen de reacción cuando se topo, de bruces, con Daruu, que iba justamente en su dirección opuesta.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60