11/02/2019, 20:49
(Última modificación: 11/02/2019, 20:49 por Uzumaki Eri.)
—¡Venga, estoy en racha! —exclamó Ryuusuke, sentado en una de las pequeñas casetas con mesas que había en el Jardín de los Cerezos. Eri lo miraba con un tic nervioso en el ojo—. ¿Quién se atreve con la revancha?
—¡Yo te puedo con los ojos cerrados! —gruñó un hombre, achispado, acercándose y sentándose frente a él, tomándole de la mano y esperando a que Eri diese la señal, pero ella solo arqueó las cejas al verles mirándola, expectantes.
—Buscaos a otra —espetó, cruzándose de brazos y girándose para apoyarse sobre su mano, la cual, a su vez, estaba apoyada sobre sus piernas cruzadas. Estaba sentada al lado de su hermano, el cual estaba ataviado con un Uwagi de color rojo y algo subidito por el alcohol que ya llevaba en vena. Hotaru, por su parte, tenía las mejillas sonrosadas y una sonrisa estúpida en el rostro. Ah, y una botella a medio vaciar en la mano.
—¡Yaaa~! —canturreó, y los hombres comenzaron con el pulso.
Eri rodó los ojos, ¿y ella era la pequeña en aquella familia?
—¡Nadie puede conmigo! —exclamó al ver cómo había vuelto a ganar y el hombre se iba mientras fulminaba al Uzumaki con la mirada.
—Eres un abusón —recriminó su hermana menor, y él revolvió su cabello—. Y un pesado.
—Pero me quieres —alegó, acercándose a ella y abrazándola con fuerza.
Y ella, resignada, le devolvió el abrazo, uniéndose una ebria Hotaru a sus hermanos, hasta que al final se despegó y se sentó frente a su hermano.
—¡Venga, ahora yoo~! —exclamó.
Y vuelta a empezar.
—¡Yo te puedo con los ojos cerrados! —gruñó un hombre, achispado, acercándose y sentándose frente a él, tomándole de la mano y esperando a que Eri diese la señal, pero ella solo arqueó las cejas al verles mirándola, expectantes.
—Buscaos a otra —espetó, cruzándose de brazos y girándose para apoyarse sobre su mano, la cual, a su vez, estaba apoyada sobre sus piernas cruzadas. Estaba sentada al lado de su hermano, el cual estaba ataviado con un Uwagi de color rojo y algo subidito por el alcohol que ya llevaba en vena. Hotaru, por su parte, tenía las mejillas sonrosadas y una sonrisa estúpida en el rostro. Ah, y una botella a medio vaciar en la mano.
—¡Yaaa~! —canturreó, y los hombres comenzaron con el pulso.
Eri rodó los ojos, ¿y ella era la pequeña en aquella familia?
—¡Nadie puede conmigo! —exclamó al ver cómo había vuelto a ganar y el hombre se iba mientras fulminaba al Uzumaki con la mirada.
—Eres un abusón —recriminó su hermana menor, y él revolvió su cabello—. Y un pesado.
—Pero me quieres —alegó, acercándose a ella y abrazándola con fuerza.
Y ella, resignada, le devolvió el abrazo, uniéndose una ebria Hotaru a sus hermanos, hasta que al final se despegó y se sentó frente a su hermano.
—¡Venga, ahora yoo~! —exclamó.
Y vuelta a empezar.