17/02/2019, 17:15
La chica se cruzó de piernas y dejó que su yukata se abriese ligeramente, suspirando mientras miraba a los cazurros de sus hermanos discutir. Pese a la derrota inevitable de Hotaru, no se dio por vencida y fueron llamando a más y más gente, hasta que el barullo se hizo inevitable.
Una mujer pelirroja ataviada de forma similar a ella se acercó, pero la reconoció cuando Stuffy se lanzó a sus piernas, reclamando atención. Eri sonrió y escuchó a la madre de Nabi mientras acariciaba a Stuffy, escuchando de fondo los gritos de su hermano.
— ¡Eri-chan! Enhorabuena por tu ascenso. A ver si vienes a vernos más a menudo, que hace un año que no se te ve el pelo por mi casa. ¿Ya ha dicho algo el energúmeno de mi hijo? Tú no le hagas caso. Pasaos todos un día y preparamos una barbacoa o algo. Los niños de hoy en día, en cuanto crecéis un poco no queréis saber nada de nosotros.
—Buenas noches —saludó, inclinando la cabeza—. La verdad es que hablé con su hijo sobre mi ascenso y todo con él va bien, ¡no se preocupe! Y si no he vuelto a ir es porque no quiero molestar, de verdad —admitió, aunque en parte era porque Nabi y ella no tenían la misma relación que antaño, sobre todo cuando ambos tenían creencias diferentes.
—¿Barbacoa? ¿Dónde? —Ryuusuke se había girado lo suficiente para interesarse por la conversación que las dos féminas llevaban a cabo, dejando a Hotaru ocupar su lugar mientras se remangaba las manos, dispuesta a probar suerte con la gente que se acercaba.
Justo cuando él se sumó a la conversación, Eri pudo apreciar a Nabi aparecer por detrás de su madre, saludándola en silencio. Ella le dedicó un asentimiento de cabeza a modo de saludo.
—No sé si conocerá a mis hermanos: éste es mi hermano mayor, Ryuusuke, es Uzumaki como nosotras —señaló su cabello, y luego buscó a su hermana entre la muchedumbre—. Y esa de allí es mi hermana Hotaru, aunque está un poco ebria hoy, suele trabajar en el hospital.
—¡Encantada~! —se escuchó tras un hipido.
—¿Y dónde está esto...?
—Nabi.
—¡Eso, Nabi! ¿Dónde está? —preguntó, buscando a su alrededor.
Una mujer pelirroja ataviada de forma similar a ella se acercó, pero la reconoció cuando Stuffy se lanzó a sus piernas, reclamando atención. Eri sonrió y escuchó a la madre de Nabi mientras acariciaba a Stuffy, escuchando de fondo los gritos de su hermano.
— ¡Eri-chan! Enhorabuena por tu ascenso. A ver si vienes a vernos más a menudo, que hace un año que no se te ve el pelo por mi casa. ¿Ya ha dicho algo el energúmeno de mi hijo? Tú no le hagas caso. Pasaos todos un día y preparamos una barbacoa o algo. Los niños de hoy en día, en cuanto crecéis un poco no queréis saber nada de nosotros.
—Buenas noches —saludó, inclinando la cabeza—. La verdad es que hablé con su hijo sobre mi ascenso y todo con él va bien, ¡no se preocupe! Y si no he vuelto a ir es porque no quiero molestar, de verdad —admitió, aunque en parte era porque Nabi y ella no tenían la misma relación que antaño, sobre todo cuando ambos tenían creencias diferentes.
—¿Barbacoa? ¿Dónde? —Ryuusuke se había girado lo suficiente para interesarse por la conversación que las dos féminas llevaban a cabo, dejando a Hotaru ocupar su lugar mientras se remangaba las manos, dispuesta a probar suerte con la gente que se acercaba.
Justo cuando él se sumó a la conversación, Eri pudo apreciar a Nabi aparecer por detrás de su madre, saludándola en silencio. Ella le dedicó un asentimiento de cabeza a modo de saludo.
—No sé si conocerá a mis hermanos: éste es mi hermano mayor, Ryuusuke, es Uzumaki como nosotras —señaló su cabello, y luego buscó a su hermana entre la muchedumbre—. Y esa de allí es mi hermana Hotaru, aunque está un poco ebria hoy, suele trabajar en el hospital.
—¡Encantada~! —se escuchó tras un hipido.
—¿Y dónde está esto...?
—Nabi.
—¡Eso, Nabi! ¿Dónde está? —preguntó, buscando a su alrededor.