26/02/2019, 20:08
—¡Espera! ¿Puedo acompañarte?
Mis mejillas se sonrosaron como una vivaracha manzana del color de nuestra villa, carmesí. Seguía siendo Eri, una amiga con la que había crecido y que era casi una hermana para mí. Pero las fuerzas en contra de esa afirmación aumentaban cada día. Eri cada vez era más mujer, cada vez era más atractiva y cada vez era más Eri, y yo, cada vez tenía más hormonas en el cuerpo.
Vestía como una princesa y verla intentando correr tras de mí era tan adorable que podría haber muerto ahí mismo de adorabilidad. Además, al correr le botaban las tetas, movimiento que no había pasado desapercibido por mi enorme percepción. Y yo no era ningún pervertido, pero las veías y estaban ahí y era desconcertante porque no deberías mirar, pero están ahí.
Rápidamente subí la mirada a los ojos de la muchacha.
— Claro, ¿has comido algo? No te vaya a dar un vahído como la última vez.
Intenté actuar con normalidad. Traducido significa, tropecé con mi propio pie pero conseguí seguir andando sin caerme, aunque más rígido que de costumbre, en varios sentidos.
Mis mejillas se sonrosaron como una vivaracha manzana del color de nuestra villa, carmesí. Seguía siendo Eri, una amiga con la que había crecido y que era casi una hermana para mí. Pero las fuerzas en contra de esa afirmación aumentaban cada día. Eri cada vez era más mujer, cada vez era más atractiva y cada vez era más Eri, y yo, cada vez tenía más hormonas en el cuerpo.
Vestía como una princesa y verla intentando correr tras de mí era tan adorable que podría haber muerto ahí mismo de adorabilidad. Además, al correr le botaban las tetas, movimiento que no había pasado desapercibido por mi enorme percepción. Y yo no era ningún pervertido, pero las veías y estaban ahí y era desconcertante porque no deberías mirar, pero están ahí.
Rápidamente subí la mirada a los ojos de la muchacha.
— Claro, ¿has comido algo? No te vaya a dar un vahído como la última vez.
Intenté actuar con normalidad. Traducido significa, tropecé con mi propio pie pero conseguí seguir andando sin caerme, aunque más rígido que de costumbre, en varios sentidos.
—Nabi—