27/02/2019, 11:17
Daruu, a pesar de su primera mala impresión con la dueña de la cafetería, sonrió, y amablemente —aunque hubiera tenido que confesar que estuvo a punto de pedirse otra cosa sólo por llevarle la contraria a Eri— indicó a la señora que quería también uno de esos chocolates blancos.
Cuando se alejó, Daruu se decidió finalmente a romper el dique de hielo que le separaba de Eri.
—Bueno —dijo—, pues aquí estamos. Pese a que es evidente que no me hacía ninguna gracia —admitió—, tengo que reconocer que tanta tensión internacional me estaba agobiando. Quiero volver a otros tiempos más fáciles, cuando aparentemente las aldeas tenían más en común que diferencias.
«Aparentemente.»
—Además, muy loco todo eso de los Generales, ¿verdad? Demasiado tranquilos veo yo a los Kage, en serio —dijo—. Aunque Ayame no quiera admitirlo, es una de las kunoichis más fuertes de Amegakure. Si pudieron con ella...
Cuando se alejó, Daruu se decidió finalmente a romper el dique de hielo que le separaba de Eri.
—Bueno —dijo—, pues aquí estamos. Pese a que es evidente que no me hacía ninguna gracia —admitió—, tengo que reconocer que tanta tensión internacional me estaba agobiando. Quiero volver a otros tiempos más fáciles, cuando aparentemente las aldeas tenían más en común que diferencias.
«Aparentemente.»
—Además, muy loco todo eso de los Generales, ¿verdad? Demasiado tranquilos veo yo a los Kage, en serio —dijo—. Aunque Ayame no quiera admitirlo, es una de las kunoichis más fuertes de Amegakure. Si pudieron con ella...