19/10/2015, 16:49
Estaba preocupado de que aquél gesto tan repentino ahuyentara o asustara a la muchacha. Dio un respingo, pero afortunadamente se dejó coger el brazo y juntó los dedos con él en el sello de la reconciliación.
Sin embargo fue él el que se asustó y dio un saltito hacia atrás cuando a la más mínima mención de la palabra "chocolate", la muchacha exclamó y repitió como un loro el nombre, como si llamándolo un millar de tabletas de chocolatinas fueran a caer del cielo en lugar del agua de lluvia. Sus ojos brillaban con la emoción de mil jerbos inyectados con cafeína, se levantó como se levantaría un cohete propulsado por todas las baterías de agua de Amegakure...
...vamos, ya me entendéis. Que le encantaba el chocolate y Daruu había dado en el clavo.
Ayame se dio cuenta de lo entusiasmada que se había puesto de golpe y apartó la mirada, avergonzada, pero a Daruu le había hecho mucha gracia su reacción y se estaba riendo a carcajadas.
—¡Ay, ay, ay, tranquila, chica! Te va a dar algo, sí que te gusta el chocolate, ¿eh?
De nuevo en un abrir y cerrar de ojos, Ayame había cambiado de parecer y se había lanzado a por el lirio que le había hecho Daruu y a por el paraguas.
«Sí, cógete ahora el paraguas que te va a servir de mucho». —Se encogió de hombros, como entablando una conversación consigo mismo utilizando también el lenguaje corporal que utilizaría para hablarle a alguien. Esto lo hacía mucho, a veces incluso discutía con una especie de Daruu alternativo muy tozudo que había en su interior. No era bipolar ni nada de eso, simplemente divagaba demasiado. Y cuando se daba cuenta se sentía un estúpido.
Ayame volvió a donde estaba él y dijo algo que era evidente: que estaban empapados y magullados. Si aparecían así en la pastelería de Kiroe, o si su padre le veía...
...su padre le diría algo, suponía. Pero no creo que a su madre le importase.
—Mamá y yo solemos ir sin paraguas. No nos cuesta mucho fregar el suelo todas las noches, la verdad...
Los ninjas fregaban el suelo muy rápido. Ahí lo dejo.
—Vamos a la pastelería, no pasará nada. Y con suerte, el chocolate y la calefacción nos harán entrar en calor y no estarás tan empapada para volver a casa, ¿sí?
Sin esperar a que afirmase o negase, Daruu se dirigió hacia el ascensor de la torre para tomar el camino de vuelta a casa.
Sin embargo fue él el que se asustó y dio un saltito hacia atrás cuando a la más mínima mención de la palabra "chocolate", la muchacha exclamó y repitió como un loro el nombre, como si llamándolo un millar de tabletas de chocolatinas fueran a caer del cielo en lugar del agua de lluvia. Sus ojos brillaban con la emoción de mil jerbos inyectados con cafeína, se levantó como se levantaría un cohete propulsado por todas las baterías de agua de Amegakure...
...vamos, ya me entendéis. Que le encantaba el chocolate y Daruu había dado en el clavo.
Ayame se dio cuenta de lo entusiasmada que se había puesto de golpe y apartó la mirada, avergonzada, pero a Daruu le había hecho mucha gracia su reacción y se estaba riendo a carcajadas.
—¡Ay, ay, ay, tranquila, chica! Te va a dar algo, sí que te gusta el chocolate, ¿eh?
De nuevo en un abrir y cerrar de ojos, Ayame había cambiado de parecer y se había lanzado a por el lirio que le había hecho Daruu y a por el paraguas.
«Sí, cógete ahora el paraguas que te va a servir de mucho». —Se encogió de hombros, como entablando una conversación consigo mismo utilizando también el lenguaje corporal que utilizaría para hablarle a alguien. Esto lo hacía mucho, a veces incluso discutía con una especie de Daruu alternativo muy tozudo que había en su interior. No era bipolar ni nada de eso, simplemente divagaba demasiado. Y cuando se daba cuenta se sentía un estúpido.
Ayame volvió a donde estaba él y dijo algo que era evidente: que estaban empapados y magullados. Si aparecían así en la pastelería de Kiroe, o si su padre le veía...
...su padre le diría algo, suponía. Pero no creo que a su madre le importase.
—Mamá y yo solemos ir sin paraguas. No nos cuesta mucho fregar el suelo todas las noches, la verdad...
Los ninjas fregaban el suelo muy rápido. Ahí lo dejo.
—Vamos a la pastelería, no pasará nada. Y con suerte, el chocolate y la calefacción nos harán entrar en calor y no estarás tan empapada para volver a casa, ¿sí?
Sin esperar a que afirmase o negase, Daruu se dirigió hacia el ascensor de la torre para tomar el camino de vuelta a casa.