3/03/2019, 14:19
—Verás, Nabi . Llevo unos meses... Algo confundida, probablemente desde nuestra última misión, en Los Herreros. Durante mi vida me he dedicado a entrenar y cuidar de mi familia, ligeramente. Pero nunca he sido capaz de sentir lo que siento ahora, y es muy extraño. En la misión, tú y yo... Esto... Estuvimos muy juntos cuando nos escondimos, y... Y me puse muy nerviosa, como si mi corazón se acelerase, era algo raro... Y últimamente cada vez que nos veíamos o simplemente me acordaba de ti, aunque intentase actuar normal, por dentro... Era muy raro, porque sentía ganas de verte cuando no estabas, o... Me dolió pelearme contigo, más incluso que con Datsue, y solo estar contigo me hacía sentir un poco mejor, es...
—No sé cómo definirlo, pero sé que ahora... Ahora estoy feliz, porque estoy contigo.
La escuché atentamente, casi trascribiendolo todo mentalmente. Mientras mantenía una expresión neutra de atención ante la pelirroja, en mi cabeza se había desatado el caos. Mis dos neuronas intentaban descifrar el mensaje, pero no podía ser posible. Lo que Eri describía era... bueno, lo que yo sentía por ella. Desde el examen de chunin le había estado dando vueltas.
En una verdadera situación de peligro, en el momento en que pensé que se podía crear un caos considerable y declararse una guerra ahí mismo, no me importó la villa, no me importó el jinchuriki, todo eso pasó a un decimocuarto plano y los trece planos por encima solo estaba ella. Porque en el momento en que pensé en perder algo, supe que podía asumir la perdida de mi villa, de mi jinchuriki y de Onindo entero, pero no me podía permitir perder a Eri.
Era equivalente a perder la felicidad, perder la carne o perder la razón. Todo ello dejaría a la vida con muy pocas diferencias con la muerte.
Pero era imposible que Eri sintiese lo mismo por mi. Le puse una mano en el hombro para confortarla y le contesté:
— Es normal, Eri. Hemos pasado mucho tiempo juntos, al fin y al cabo, entre misiones y tal. Lo de la misión sería que estabas nerviosa por si nos pillaban y lo del combate, yo ni siquiera me planteé ir a por ti. Es decir, está claro que eres la mejor kunoichi de todo Onindo, pero Datsue es mucho más agradable de pegar. Pegarle a él es atrayente, incluso adictivo. Yo no podría hacerte daño de verdad. Así que no te preocupes, es lógico que pegarle a Datsue no te causase ningún remordimiento.
De hecho, sería casi imposible que pegarle sentase mal a nadie. Verle tragarse sus vaciladas era el cielo en la tierra. Algo que solo un uzunes debería poder saborear, por supuesto.
—No sé cómo definirlo, pero sé que ahora... Ahora estoy feliz, porque estoy contigo.
La escuché atentamente, casi trascribiendolo todo mentalmente. Mientras mantenía una expresión neutra de atención ante la pelirroja, en mi cabeza se había desatado el caos. Mis dos neuronas intentaban descifrar el mensaje, pero no podía ser posible. Lo que Eri describía era... bueno, lo que yo sentía por ella. Desde el examen de chunin le había estado dando vueltas.
En una verdadera situación de peligro, en el momento en que pensé que se podía crear un caos considerable y declararse una guerra ahí mismo, no me importó la villa, no me importó el jinchuriki, todo eso pasó a un decimocuarto plano y los trece planos por encima solo estaba ella. Porque en el momento en que pensé en perder algo, supe que podía asumir la perdida de mi villa, de mi jinchuriki y de Onindo entero, pero no me podía permitir perder a Eri.
Era equivalente a perder la felicidad, perder la carne o perder la razón. Todo ello dejaría a la vida con muy pocas diferencias con la muerte.
Pero era imposible que Eri sintiese lo mismo por mi. Le puse una mano en el hombro para confortarla y le contesté:
— Es normal, Eri. Hemos pasado mucho tiempo juntos, al fin y al cabo, entre misiones y tal. Lo de la misión sería que estabas nerviosa por si nos pillaban y lo del combate, yo ni siquiera me planteé ir a por ti. Es decir, está claro que eres la mejor kunoichi de todo Onindo, pero Datsue es mucho más agradable de pegar. Pegarle a él es atrayente, incluso adictivo. Yo no podría hacerte daño de verdad. Así que no te preocupes, es lógico que pegarle a Datsue no te causase ningún remordimiento.
De hecho, sería casi imposible que pegarle sentase mal a nadie. Verle tragarse sus vaciladas era el cielo en la tierra. Algo que solo un uzunes debería poder saborear, por supuesto.
—Nabi—