9/03/2019, 21:05
Daruu recibió el daño por completo, devorado por la incertidumbre. Podías imaginar muchas cosas, desde luego, pero las marionetas tenían una enorme ventaja: eran totalmente impredecibles.
Eso era el secreto de un marionetista. Juro se había ceñido a ello siempre, ocultando por tanto todo lo posible.
« Aún no puedo hacer marionetas lo suficientemente resistentes como para no tener miedo de mi adversario. Son cacharros débiles. Pero si los uso bien... » — Era consciente de su debilidad. Pero también de que tenía algo de ventaja: en ese lugar, en ese momento, usando todas a la vez podía tratar de sobrepasar a su oponente.
Daruu ni si quiera cayó al suelo. Sacó un arma de su muñeca, una pequeña espada que parecía oculta, como si fuera un kunai (otra razón para no acercarse) y clavó la cola en el suelo, con una leve capa eléctrica.
« ¡Raiton » — Eso tampoco era bueno.
Entonces el chico dio una patada en la tierra. Y supo que la vida de su marioneta estaba contada. Fuese lo que fuese, un shinobi no iba a contenerse cuando se sentía amenazado.
Sin embargo...
La boca del títere se abrió conforme Daruu terminaba de dar la patada. Un gas morado se liberó entonces del tubo lanzador de su boca y se esparció por el aire, rápidamente, como una onda que avanzó en línea recta, abarcando tres metros de ancho. Como una enfermedad. Avanzaría seis metros, buscando engullir a Daruu y a todo lo que estuviera cerca.
La marioneta fue arrollada entonces por una corriente de agua brutal, como un geiser, que nació del suelo. Fue más de lo que pudo soportar. Se hizo pedazos, y los hilos de chakra de Juro se desconectaron. Una gran soldado acababa de caer en combate, hasta que la reparasen otra vez.
Pero aun quedaba la otra.
Daruu se daría cuenta de que la marioneta pequeña, por muy enana que fuese, no se había quedado quieta. De hecho, la tenía ya encima, pues se había movido conforme la otra explotaba, ignorando la nube de veneno, que por muy nociva que fuese para los humanos, para los meros títeres de madera no era nada. De los dedos de ambas manos habían brotado dos filas de cuchillas bastantes amenazadoras.
« Veamos si puedes defenderte del veneno y de esto » — Daruu podía tratar de escapar o no respirar, pero tendría que vérselas con la otra. La marioneta pequeña buscaba exactamente eso: que el chico no pudiera escapar facilmente.
Si Daruu no hacía nada, sus dos cuchillas se clavarían en él, una en su pierna derecha, y otra en su costado.
1 AO
PV:–
CK:– +
Eso era el secreto de un marionetista. Juro se había ceñido a ello siempre, ocultando por tanto todo lo posible.
« Aún no puedo hacer marionetas lo suficientemente resistentes como para no tener miedo de mi adversario. Son cacharros débiles. Pero si los uso bien... » — Era consciente de su debilidad. Pero también de que tenía algo de ventaja: en ese lugar, en ese momento, usando todas a la vez podía tratar de sobrepasar a su oponente.
Daruu ni si quiera cayó al suelo. Sacó un arma de su muñeca, una pequeña espada que parecía oculta, como si fuera un kunai (otra razón para no acercarse) y clavó la cola en el suelo, con una leve capa eléctrica.
« ¡Raiton » — Eso tampoco era bueno.
Entonces el chico dio una patada en la tierra. Y supo que la vida de su marioneta estaba contada. Fuese lo que fuese, un shinobi no iba a contenerse cuando se sentía amenazado.
Sin embargo...
La boca del títere se abrió conforme Daruu terminaba de dar la patada. Un gas morado se liberó entonces del tubo lanzador de su boca y se esparció por el aire, rápidamente, como una onda que avanzó en línea recta, abarcando tres metros de ancho. Como una enfermedad. Avanzaría seis metros, buscando engullir a Daruu y a todo lo que estuviera cerca.
La marioneta fue arrollada entonces por una corriente de agua brutal, como un geiser, que nació del suelo. Fue más de lo que pudo soportar. Se hizo pedazos, y los hilos de chakra de Juro se desconectaron. Una gran soldado acababa de caer en combate, hasta que la reparasen otra vez.
Pero aun quedaba la otra.
Daruu se daría cuenta de que la marioneta pequeña, por muy enana que fuese, no se había quedado quieta. De hecho, la tenía ya encima, pues se había movido conforme la otra explotaba, ignorando la nube de veneno, que por muy nociva que fuese para los humanos, para los meros títeres de madera no era nada. De los dedos de ambas manos habían brotado dos filas de cuchillas bastantes amenazadoras.
« Veamos si puedes defenderte del veneno y de esto » — Daruu podía tratar de escapar o no respirar, pero tendría que vérselas con la otra. La marioneta pequeña buscaba exactamente eso: que el chico no pudiera escapar facilmente.
Si Daruu no hacía nada, sus dos cuchillas se clavarían en él, una en su pierna derecha, y otra en su costado.
1 AO
Estado de Juro
PV:
90/220
CK:
73/190
5
– Reg. de chakra dividida por él ¤ Kugutsu no Jutsu
–Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
...
Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60