10/03/2019, 22:17
Miró como Daruu suspiraba y cerraba los ojos, como si necesitase pensar su respuesta ante la pregunta de la pelirroja, que se dedicó a beber lentamente su batido, dándole su tiempo.
—Hace tiempo te hubiera contestado con un rotundo no. Pero últimamente no hago más que darle vueltas a qué haría si me encontrase con Naia. Si intentaría algo. Si sería capaz de aguantar.
Eri no le culpaba, después de todo eran sus ojos, aquellos a los que se había acostumbrado y los que empleaba para ganarse el pan, al fin y al cabo. No lo iba a juzgar, y probablemente lo apoyaría si se presentase la ocasión, pues muchas veces si quieres que hagan algo por ti, tienes que dar tu algo a cambio para ganártelo.
Dejó el vaso mientras escuchaba como Daruu se echaba las culpas por ser tan impulsivo, sin embargo probablemente aquel temperamento suyo era difícil de seguir, y ella lo comprendió, asintiendo, hasta que la sorprendió con aquella pregunta:
—¿Qué pasaría si te encontrases con el asesino de Akame? ¿O de otro compañero tuyo?
Se llevó una mano al puente de su nariz y lo masajeó, meditando su respuesta.
—En este momento te diría, sin duda, que intentaría buscar algún tipo de método para hacer justicia a aquellos que cayeron de manera injusta, pero siendo sincera, probablemente intentaría darle caza yo misma, porque me enfadaría solo con verlo —contestó, sincera—. Por eso, Daruu-san, si puedo serte de utilidad para encontrar tus ojos... No dudes en que te ayudaré.
Y sonrió.
—Hace tiempo te hubiera contestado con un rotundo no. Pero últimamente no hago más que darle vueltas a qué haría si me encontrase con Naia. Si intentaría algo. Si sería capaz de aguantar.
Eri no le culpaba, después de todo eran sus ojos, aquellos a los que se había acostumbrado y los que empleaba para ganarse el pan, al fin y al cabo. No lo iba a juzgar, y probablemente lo apoyaría si se presentase la ocasión, pues muchas veces si quieres que hagan algo por ti, tienes que dar tu algo a cambio para ganártelo.
Dejó el vaso mientras escuchaba como Daruu se echaba las culpas por ser tan impulsivo, sin embargo probablemente aquel temperamento suyo era difícil de seguir, y ella lo comprendió, asintiendo, hasta que la sorprendió con aquella pregunta:
—¿Qué pasaría si te encontrases con el asesino de Akame? ¿O de otro compañero tuyo?
Se llevó una mano al puente de su nariz y lo masajeó, meditando su respuesta.
—En este momento te diría, sin duda, que intentaría buscar algún tipo de método para hacer justicia a aquellos que cayeron de manera injusta, pero siendo sincera, probablemente intentaría darle caza yo misma, porque me enfadaría solo con verlo —contestó, sincera—. Por eso, Daruu-san, si puedo serte de utilidad para encontrar tus ojos... No dudes en que te ayudaré.
Y sonrió.