11/03/2019, 11:58
(Última modificación: 11/03/2019, 11:59 por Amedama Daruu.)
—Tranquilo, me portaré bien —respondió Daruu, guiñándole un ojo, y esperó a que su subordinado iniciase la acción.
Samidare dio comienzo al combate arrojándole tres shuriken; uno iba dirigido al torso, y los otros dos buscaron la huida a ambos bandos del chuunin. Era una estrategia básica pero efectiva, pero por desgracia Daruu era experimentado y la había visto decenas de veces. El muchacho se limitó a cruzar los brazos frente a sí, y ocurrió algo destacable: el shuriken chocó contra su antebrazo pero rebotó, como si allá donde había brazo hubiese encontrado un obstáculo sólido.
Daruu, hábilmente, tomó el shuriken de Samidare al vuelo con los dedos índice y corazón de la mano derecha, y se lo devolvió cuando el joven había recortado ya la mitad de la distancia que les separaba.
Samidare dio comienzo al combate arrojándole tres shuriken; uno iba dirigido al torso, y los otros dos buscaron la huida a ambos bandos del chuunin. Era una estrategia básica pero efectiva, pero por desgracia Daruu era experimentado y la había visto decenas de veces. El muchacho se limitó a cruzar los brazos frente a sí, y ocurrió algo destacable: el shuriken chocó contra su antebrazo pero rebotó, como si allá donde había brazo hubiese encontrado un obstáculo sólido.
Daruu, hábilmente, tomó el shuriken de Samidare al vuelo con los dedos índice y corazón de la mano derecha, y se lo devolvió cuando el joven había recortado ya la mitad de la distancia que les separaba.