18/03/2019, 04:59
Kazuma le confirmó que estaba bien, ante lo cual Ranko soltó un suave suspiro de alivio. Asintió, concordando en el cuidado que debían de tener al bajar. Consultó las notas del chico.
—La niratsubu es… una flor blanca de tallos largos y delgados, con estambres gruesos. Y el mannerikko es un musgo ¿con forma de estrella? Es bastante duro, al parecer. ¡B-bien! Aunque… Aunque casi t-terminamos, ha-hay que avanzar lentamente aquí. C-creo.
Se acercó al borde, con una rodilla al suelo, examinando el risco. Parecía lo suficientemente sólido. Al menos por el momento. Respiró profundamente como quien se lanza a una piscina de tres metros, y bajó una pierna. Luego se apoyó de sus manos y concentró chakra tanto en ellas como en sus pies. Comenzó a descender lentamente, intentando agarrarse de las salientes, pero asegurándose de no caer gracias a la escalada vertical.
—¿P-puede se-seguirme, Kazuma-san? —Supuso que, al ser él un genin como ella, tendría la misma habilidad shinobi para escalar paredes sin problema. Sin embargo, Ranko no quiso darlo por sentado.
Bajaría entonces con sumo cuidado, hasta la estrecha plataforma de tierra que estaba unos metros abajo del borde del risco. Había un arbusto de hojas delgadas, pero no era lo que buscaban. A pesar de ello, entre más descendieran, más fácil sería divisar el resto de las hierbas. Siempre que la roca no se rompiera bajo su peso. O que un fuerte viento los hiciera caer. O que unos terroristas ecológicos atacaran el risco y su no tan abundante flora.
Ranko tragó saliva, un poco nerviosa.
Los hermanos Inuzuka no podían llevarse las baiko consigo, así que debían regresar después. Mientras Etsu se resignaba, Akane demostró en ese momento que era más que su acompañante canino, sino que era todo un ninja. El ninken tomó la rápida decisión de marcar un árbol cercano con su… aroma personal.
Después de ello, y con suma decisión, ambos genin se dispusieron a correr hacia el norte-noroeste, alejándose del decepcionante aroma a tocino y del fuerte aroma a fluidos perrunos. Varios minutos después, el rastro de la kunoichi tímida les llevaría hacia los acantilados. Si se apresuraban, encontrarían a Kazuma al borde del risco, y a Ranko, si se asomaba, contra la pared del mismo, bajando para llegar a las hierbas que surgían entre la roca.
—La niratsubu es… una flor blanca de tallos largos y delgados, con estambres gruesos. Y el mannerikko es un musgo ¿con forma de estrella? Es bastante duro, al parecer. ¡B-bien! Aunque… Aunque casi t-terminamos, ha-hay que avanzar lentamente aquí. C-creo.
Se acercó al borde, con una rodilla al suelo, examinando el risco. Parecía lo suficientemente sólido. Al menos por el momento. Respiró profundamente como quien se lanza a una piscina de tres metros, y bajó una pierna. Luego se apoyó de sus manos y concentró chakra tanto en ellas como en sus pies. Comenzó a descender lentamente, intentando agarrarse de las salientes, pero asegurándose de no caer gracias a la escalada vertical.
—¿P-puede se-seguirme, Kazuma-san? —Supuso que, al ser él un genin como ella, tendría la misma habilidad shinobi para escalar paredes sin problema. Sin embargo, Ranko no quiso darlo por sentado.
Bajaría entonces con sumo cuidado, hasta la estrecha plataforma de tierra que estaba unos metros abajo del borde del risco. Había un arbusto de hojas delgadas, pero no era lo que buscaban. A pesar de ello, entre más descendieran, más fácil sería divisar el resto de las hierbas. Siempre que la roca no se rompiera bajo su peso. O que un fuerte viento los hiciera caer. O que unos terroristas ecológicos atacaran el risco y su no tan abundante flora.
Ranko tragó saliva, un poco nerviosa.
Los hermanos Inuzuka no podían llevarse las baiko consigo, así que debían regresar después. Mientras Etsu se resignaba, Akane demostró en ese momento que era más que su acompañante canino, sino que era todo un ninja. El ninken tomó la rápida decisión de marcar un árbol cercano con su… aroma personal.
Después de ello, y con suma decisión, ambos genin se dispusieron a correr hacia el norte-noroeste, alejándose del decepcionante aroma a tocino y del fuerte aroma a fluidos perrunos. Varios minutos después, el rastro de la kunoichi tímida les llevaría hacia los acantilados. Si se apresuraban, encontrarían a Kazuma al borde del risco, y a Ranko, si se asomaba, contra la pared del mismo, bajando para llegar a las hierbas que surgían entre la roca.
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