23/03/2019, 22:07
Geki caminó iluminando la cueva por cada paso que daba, estaba bastante amena e invitaba a descansar allí al menos por un rato. El genin, que había pasado un poco de la incertidumbre al asombro, veía maravillado como la naturaleza había formado aquel lugar, o de qué manera. Pero le inquietaba un poco el perfecto nido que podía ser.
"Oye, ¿qué tal si vas a buscar un poco de madera? Podríamos hacer una hoguera allí y comer algo"
—Tienes razón, ahí es buen lugar.
Geki tomó la antorcha con más fuerza y la clavó entre dos piedras en medio de la cueva. La luz, era tenue hacia la entrada, pero lo suficiente como para no tropezar con nada.
Así que en un giro suave, siguió el camino hacia la salida nuevamente, acompañado del anaranjado de las paredes mientras se apagaba en la salida.
En la boca de la cueva se detuvo un momento, el golpe frío del viento lo trajo a tierra de nuevo y lo hizo soplarse las manos con el vapor de su respiración para calentarlas. Tenía la mirada perdida, aunque en su cabeza aún conservaba la idea de que su objetivo era encontrar madera.
Comenzó a bajar por la pared de piedra, caminando, ayudado por el chakra concentrado en la planta de sus pies. Y se dirigió al conjunto de árboles más cercanos a la cueva. Casi como automatizado empezó a buscar ramas entre la espesura, sabía que las que habían caído estarían más secas que si las arrancaba del mismo árbol y de a poco fue creando una montañita de palos de madera que luego trasladaría hacia dentro.
"Oye, ¿qué tal si vas a buscar un poco de madera? Podríamos hacer una hoguera allí y comer algo"
—Tienes razón, ahí es buen lugar.
Geki tomó la antorcha con más fuerza y la clavó entre dos piedras en medio de la cueva. La luz, era tenue hacia la entrada, pero lo suficiente como para no tropezar con nada.
Así que en un giro suave, siguió el camino hacia la salida nuevamente, acompañado del anaranjado de las paredes mientras se apagaba en la salida.
En la boca de la cueva se detuvo un momento, el golpe frío del viento lo trajo a tierra de nuevo y lo hizo soplarse las manos con el vapor de su respiración para calentarlas. Tenía la mirada perdida, aunque en su cabeza aún conservaba la idea de que su objetivo era encontrar madera.
Comenzó a bajar por la pared de piedra, caminando, ayudado por el chakra concentrado en la planta de sus pies. Y se dirigió al conjunto de árboles más cercanos a la cueva. Casi como automatizado empezó a buscar ramas entre la espesura, sabía que las que habían caído estarían más secas que si las arrancaba del mismo árbol y de a poco fue creando una montañita de palos de madera que luego trasladaría hacia dentro.