23/03/2019, 22:10
Ranko estaba comenzando a descender a una plataforma varios metros más abajo, pues la primera no tenía ninguna de las dos hierbas que buscaban. Fue capaz entonces de ver, a un tramo más hacia abajo y hacia su derecha, algunas flores blancas. No alcanzó a identificar si se trataba de las niratsubu.
—¡Ka… Kazuma-san! ¡Parece que veo algunas por allá, hacia su…! Ahm… —Calculó un momento su posición, pues ella se encontraba de cara a la roca mientras que Kazuma estaba de cara al abismo —. ¡Más hacia su izquierda, sí!
Sin embargo, logró escuchar que el peliblanco hablaba con alguien, y algunos sonidos caninos confirmaron lo que la kunoichi pensaba.
”¡Oh, Inuzuka-san e Inuzuka-san regresaron! Espero que les haya ido bien…”
Por la distancia que había bajado no alcanzaba a distinguir perfectamente lo que los chicos hablaban. Sin embargo, lo que lograba escuchar era que el par perruno había logrado hacerse de las taidonka y habían encontrado baiko en el camino.
”¡Oh, cielos! Debimos haberle dado más de una bolsa en caso de que encontrara más de una hierba… ¡Entonces la baiko que hace falta es la que madre encomendó!”
A prisas, Ranko se decidió a subir de nuevo. Con un par de saltos y concentrando el chakra contra la pared del acantilado cerró distancias rápidamente. Justo en ese momento, el de las rastas se asomó, preguntando si quedaba alguna bolsa con espacio. La chica, quien se encontraba a un escaso metro del borde y por ende de sus compañeros, buscó en su cinto y sacó la bolsita de cuero que le había entregado Komachi. Luego extendió su brazo para que Etsu la tomara.
—¡Ho… Hola, Inuzuka-san! De baiko hace falta solo un poco. Pa… para madre. —Ranko se sonrojó al decir eso, pues parecía que estaba cumpliendo con un capricho de su progenitora. Lo cual era en parte verdad.
—¡Ka… Kazuma-san! ¡Parece que veo algunas por allá, hacia su…! Ahm… —Calculó un momento su posición, pues ella se encontraba de cara a la roca mientras que Kazuma estaba de cara al abismo —. ¡Más hacia su izquierda, sí!
Sin embargo, logró escuchar que el peliblanco hablaba con alguien, y algunos sonidos caninos confirmaron lo que la kunoichi pensaba.
”¡Oh, Inuzuka-san e Inuzuka-san regresaron! Espero que les haya ido bien…”
Por la distancia que había bajado no alcanzaba a distinguir perfectamente lo que los chicos hablaban. Sin embargo, lo que lograba escuchar era que el par perruno había logrado hacerse de las taidonka y habían encontrado baiko en el camino.
”¡Oh, cielos! Debimos haberle dado más de una bolsa en caso de que encontrara más de una hierba… ¡Entonces la baiko que hace falta es la que madre encomendó!”
A prisas, Ranko se decidió a subir de nuevo. Con un par de saltos y concentrando el chakra contra la pared del acantilado cerró distancias rápidamente. Justo en ese momento, el de las rastas se asomó, preguntando si quedaba alguna bolsa con espacio. La chica, quien se encontraba a un escaso metro del borde y por ende de sus compañeros, buscó en su cinto y sacó la bolsita de cuero que le había entregado Komachi. Luego extendió su brazo para que Etsu la tomara.
—¡Ho… Hola, Inuzuka-san! De baiko hace falta solo un poco. Pa… para madre. —Ranko se sonrojó al decir eso, pues parecía que estaba cumpliendo con un capricho de su progenitora. Lo cual era en parte verdad.
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