25/03/2019, 20:44
¡CLONK!
El hierro oxidado que bloqueaba la trampilla terminó por ceder con un sonoro crujido ante la sobrenatural fuerza de Ayame, pero la pobre muchacha contrajo el gesto en una mueca de dolor al escucharlo, temiendo durante un instante que el público lo hubiese hecho también, ¿y si había jorobado el espectáculo sin pretenderlo? Afortunadamente, y a juzgar por las palabras enlatadas que le llegaban desde el piso de arriba, parecía que todo seguía en orden.
—¿Cómo leches...? —preguntó la mujer de ojos de fuego.
Y Ayame esbozó una sonrisa victoriosa mientras desactivaba su técnica y su brazo retornaba a la normalidad.
—Magia.
. . .
Las bisagras rechinaron cuando la puerta de madera se abrió de par en par, y allí el público vio...
Vio a Ayame, quien salió del armario pestañeando para adaptarse de nuevo a la luz del sol. La muchacha, ante la expectante mirada del público, miró a su alrededor como si no creyera lo que estaba viendo, simulando estar desorientada. Incluso giró la cabeza hacia donde estaba el otro armario, aquel en el que había entrado en primer lugar.
No podía evitarlo. De vez en cuando le iba el espectáculo.