1/04/2019, 19:28
El intercambio con el chico había sido interrumpido por la presencia abrupta de aquel ser humano gigante, o al menos así lo percibía Geki desde su metro y medio. Tenía pinta de ser una persona rebelde, sombría y luego su accionar justificó los pensamientos del Senju. El hombre arrebató la moneda de la mano de Etsu sin ningún escrúpulo, mientras Geki quedó petrificado a tal accionar ¿Sería acaso de verdad esa moneda del hombre tatuado? ¿El Inuzuka sería un verdadero ladrón de monedas?
¡O-oye! ¡que esa moneda es mía! ¡A tí no se te ha caído ninguna moneda!
El Senju escuchaba el intercambio atentamente, casi sin pestañear, estaba petrificado como una piedra, la escena no le causaba miedo, pero él era consiente de que allí se podía liar parda.
Hasta que el corpulento hombre lanzó otro manotaso y le quitó casi sin resistencia las monedas a Geki, que no pudo más que intentar echarse para atrás por reflejo y exclamar un —¡HEY! — por instinto. Este tipo claramente era un matón, pero un matón gallina capaz de meterse con unos genin.
Geki había pasado de un momento de expectante a decidirse de lleno en entrar en aquella disputa. Podía sentir como el calor y la presión se le subían a la cabeza, era el enojo que venía escalando desde su estomago he intentaba salir por algún lado, pero al chocarse con los dientes apretados del joven tiñó de rojo su cara.
—¡EH! ¡TÚ!
—¿qué quiereh tú, enano?
—¡Devuelve esas monedas! ¡no son tuyas!
—¡TE LO DECIMOS POR ÚLTIMA VEZ DEVUÉLVELAS!
Sentenció, escupiendo la rabia que contuvo unos segundos. Pero no servia de mucho hablarle a aquella montaña, alguien dispuesto a robar dinero sin importarle a quién de seguro estaba dispuesto a pelear sin mediar palabra. Pero quién en su sano juicio podría meterse con unos ninjas de su aldea, sabiendo que entrenaban para pelear, alguien preparado para hacerlo.
Mientras tanto el viejito del restaurant había escuchado el revuelo y había sacado la cabeza por entre las telas de su tienda para husmear.
¡O-oye! ¡que esa moneda es mía! ¡A tí no se te ha caído ninguna moneda!
El Senju escuchaba el intercambio atentamente, casi sin pestañear, estaba petrificado como una piedra, la escena no le causaba miedo, pero él era consiente de que allí se podía liar parda.
Hasta que el corpulento hombre lanzó otro manotaso y le quitó casi sin resistencia las monedas a Geki, que no pudo más que intentar echarse para atrás por reflejo y exclamar un —¡HEY! — por instinto. Este tipo claramente era un matón, pero un matón gallina capaz de meterse con unos genin.
Geki había pasado de un momento de expectante a decidirse de lleno en entrar en aquella disputa. Podía sentir como el calor y la presión se le subían a la cabeza, era el enojo que venía escalando desde su estomago he intentaba salir por algún lado, pero al chocarse con los dientes apretados del joven tiñó de rojo su cara.
—¡EH! ¡TÚ!
—¿qué quiereh tú, enano?
—¡Devuelve esas monedas! ¡no son tuyas!
—¡TE LO DECIMOS POR ÚLTIMA VEZ DEVUÉLVELAS!
Sentenció, escupiendo la rabia que contuvo unos segundos. Pero no servia de mucho hablarle a aquella montaña, alguien dispuesto a robar dinero sin importarle a quién de seguro estaba dispuesto a pelear sin mediar palabra. Pero quién en su sano juicio podría meterse con unos ninjas de su aldea, sabiendo que entrenaban para pelear, alguien preparado para hacerlo.
Mientras tanto el viejito del restaurant había escuchado el revuelo y había sacado la cabeza por entre las telas de su tienda para husmear.