—¡KUMOPANSA VE A LA CUEVA! — Vociferó el genin, que entendía que si Yota era advertido tendrían más posibilidades de vencer. La incertidumbre le invadía mientras miraba a aquellas personas. Mordía su labio para poder pensar que hacer.
Sacó un kunai y lo colocó en frente de sí para intentar protegerse, su mente corría a mil por hora, al igual que su sangre. Él y la araña tenían que tratar de encontrar el hueco justo para que pudiera acercarse a la cueva para lograr su cometido. Pero estos tipos parecían estar entrenados al esquivar con facilidad su primer ataque. El genin volvió a romper el silencio, pero esta vez con un volumen más calmo, aunque sus palabras estaban teñidas de enojo.
—¿Qué quieren? — Dijo, con los ojos clavados en los enemigos, estos tampoco disimulaban muy bien los sentimientos del joven, que, apareciendo debajo de un ceño fruncido dejaban en evidencia el enfado. Lentamente pero inconsciente, subía el kunai casi a la altura de la vista. El metal frío se había calentado de estar en la mano del Senju, quizá por el mismo calor que él trasmitía.
—¿Qué buscan? — Intimó de nuevo, ya dejándose llevar por su nerviosismo, por su impaciencia o por la suma de las dos que podrían estar brotando de un genin inexperiente, enfrentándose en su primer desafío.
Pero no podía excederse de los limites, tenía que estar concentrado. Una de sus cartas sería Yota y el factor sorpresa de que no contaran con la presencia de un tercero, pero para que eso funcionara deberían tener una coordinación prácticamente milimétrica con el arácnido.
Se volvió a morder el labio en la misma zona, seguro le haría una herida que provocaría sangre, pero no más de la que podría correr aquella noche si no procedía con cuidado.
Sacó un kunai y lo colocó en frente de sí para intentar protegerse, su mente corría a mil por hora, al igual que su sangre. Él y la araña tenían que tratar de encontrar el hueco justo para que pudiera acercarse a la cueva para lograr su cometido. Pero estos tipos parecían estar entrenados al esquivar con facilidad su primer ataque. El genin volvió a romper el silencio, pero esta vez con un volumen más calmo, aunque sus palabras estaban teñidas de enojo.
—¿Qué quieren? — Dijo, con los ojos clavados en los enemigos, estos tampoco disimulaban muy bien los sentimientos del joven, que, apareciendo debajo de un ceño fruncido dejaban en evidencia el enfado. Lentamente pero inconsciente, subía el kunai casi a la altura de la vista. El metal frío se había calentado de estar en la mano del Senju, quizá por el mismo calor que él trasmitía.
—¿Qué buscan? — Intimó de nuevo, ya dejándose llevar por su nerviosismo, por su impaciencia o por la suma de las dos que podrían estar brotando de un genin inexperiente, enfrentándose en su primer desafío.
Pero no podía excederse de los limites, tenía que estar concentrado. Una de sus cartas sería Yota y el factor sorpresa de que no contaran con la presencia de un tercero, pero para que eso funcionara deberían tener una coordinación prácticamente milimétrica con el arácnido.
Se volvió a morder el labio en la misma zona, seguro le haría una herida que provocaría sangre, pero no más de la que podría correr aquella noche si no procedía con cuidado.