9/04/2019, 22:15
Etsu no fue el único que blasfemó, refunfuñó, se quejó o maldijo a los cien mil hijos de Satán... ni mucho menos. Todos los que llegaron a ser pillados por sorpresa por la técnica del abusón, y estaban bajo su alcance, terminaron de manera similar. Arcadas, vómitos, náuseas, mareos; no había nada de bueno en los síntomas, nada de lo que ese hombre pudiese enorgullecerse. Aunque bien había que reconocer que como táctica de último recurso, era una técnica infalible para huir.
Para cuando el Inuzuka pudo reicorporarse un poco, pudo observar que el otro chico que había sido robado reclamaba a regañadientes sus monedas. Denunciaba que le había quitado hasta el apetito. La verdad, muy mal de la cabeza habría que estar para conservarlo tras haberse comido el desparrame gástrico del gordo.
—¡Tsk! —chasqueó la lengua, mientras levantaba la pierna y se intentaba reincorporar —ese cabrón... la lleva clara si se cree que puede escapar...
Se tuvo que llevar la mano al rostro, en un aún mas que presente malestar general. Su mueca de disgusto era sin precedentes, pocas vece había sentido algo así, o quizás nunca. A pesar de tener un estómago de hierro, se lo había revuelto. Terminó de alzarse, al fin, y escupió hacia un lado. Tenía que quitarse ese mal sabor del paladar.
—¿Vienes? Yo al menos no pienso perdonar ese comportamiento... seguro que no somos los primeros a los que roba...
La pregunta obviamente iba dirigida al chico al que habían sacado también las monedas, la otra víctima. El rastas, sin perder segundo alguno, comenzó a olfatear discretamente, no de manera demasiado pronunciada. Además, lo último que quería era tomar demasiada... "esencia" de ese malnacido.
No tardó en obtener el rastro que buscaba. No era una gran hazaña, pues el abusón se había condenado a sí mismo dejando un gran rastro de olor.
—Ya sé por donde ha huido —sentenció el Inuzuka, mirando hacia la ruta de huida.
El ladrón había huido por un callejón cercano, y a deducir por su apariencia, no habría corrido demasiado... ¿o sí?
Para cuando el Inuzuka pudo reicorporarse un poco, pudo observar que el otro chico que había sido robado reclamaba a regañadientes sus monedas. Denunciaba que le había quitado hasta el apetito. La verdad, muy mal de la cabeza habría que estar para conservarlo tras haberse comido el desparrame gástrico del gordo.
—¡Tsk! —chasqueó la lengua, mientras levantaba la pierna y se intentaba reincorporar —ese cabrón... la lleva clara si se cree que puede escapar...
Se tuvo que llevar la mano al rostro, en un aún mas que presente malestar general. Su mueca de disgusto era sin precedentes, pocas vece había sentido algo así, o quizás nunca. A pesar de tener un estómago de hierro, se lo había revuelto. Terminó de alzarse, al fin, y escupió hacia un lado. Tenía que quitarse ese mal sabor del paladar.
—¿Vienes? Yo al menos no pienso perdonar ese comportamiento... seguro que no somos los primeros a los que roba...
La pregunta obviamente iba dirigida al chico al que habían sacado también las monedas, la otra víctima. El rastas, sin perder segundo alguno, comenzó a olfatear discretamente, no de manera demasiado pronunciada. Además, lo último que quería era tomar demasiada... "esencia" de ese malnacido.
No tardó en obtener el rastro que buscaba. No era una gran hazaña, pues el abusón se había condenado a sí mismo dejando un gran rastro de olor.
—Ya sé por donde ha huido —sentenció el Inuzuka, mirando hacia la ruta de huida.
El ladrón había huido por un callejón cercano, y a deducir por su apariencia, no habría corrido demasiado... ¿o sí?
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~