9/04/2019, 22:36
Ayame tardó unos diez minutos en volver a salir del baño, y cuando lo hizo iba temblorosa y con varias gotas de sudor perlando su frente. Debilitada como estaba, se dejó caer sobre la cama mientras Yuki les relataba todo lo que había descubierto sobre aquellas dos mujeres, y la conversación que habían mantenido.
—Es decir, que su guarida está en Shinogi-To, cerca de un mercado que apesta a pescado. En una taberna. Supongo que la taberna será una tapadera.
—Naia no trabaja sola. Y encima no se contentaron con tu Byakugan... parece que esas Náyades son unas traficantes de dojutsu, o algo así... Un niño... ¿Cómo han podido hacerle algo así a un niño? —agregó Ayame, mientras acariciaba la panza de Yuki distraída—. ¿Yuki, llegaste a verles la cara o algo? ¿Tienes una descripción de ellas?
—Es decir, que su guarida está en Shinogi-To, cerca de un mercado que apesta a pescado. En una taberna. Supongo que la taberna será una tapadera.
—Naia no trabaja sola. Y encima no se contentaron con tu Byakugan... parece que esas Náyades son unas traficantes de dojutsu, o algo así... Un niño... ¿Cómo han podido hacerle algo así a un niño? —agregó Ayame, mientras acariciaba la panza de Yuki distraída—. ¿Yuki, llegaste a verles la cara o algo? ¿Tienes una descripción de ellas?