10/04/2019, 13:29
Unos minutos más tardes las puertas de la Taza Humeante se abrieron para dar paso a mi persona, quien seguía temblando con la misma o mayor intensidad que antes, a pasos lentos me acerqué a la barra y no dudé en pedir una taza de té para luego sentarme en una mesita mientras me abrazaba a mi misma y frotaba la palma de mis manos contra mis brazos.
«Que frío tan arrecho»
Fue cuestión de segundos para que entre mis manos descansara aquel cálido pocillo de cerámica, lo rodeé con mis manos para sentir su calor y poco después le bebí lentamente, presté atención al lugar, era pequeño, no había mucha gente, no era muy lujoso, pero sí no entraba rápidamente ahí me hubiese convertido en un bloque de hielo probablemente.
«A ver... ¿En dónde es que estaba la casa de Akira?» Desenvolví un trozo de papel medio arrugado, era una especie de mapa dibujado por mi papá que me guiaría hacia mi destino, entonces empecé a trazar el camino con mi dedo.
Las puertas de la Taza Humeante nuevamente dejaron entrar a un par de cliente, esta vez dos hombres gordos y corpulentos, con una pinta no muy agradable, pero conocidos del encargado, rápidamente se pusieron cómodos y hablaron en un tono de voz nada bajo...
«Aparentemente por aquí es más corto» bebí otro trago, «pero por aquí...»
—JAJAJAJAJA ERES TODO UN BRIBÓN— rió uno de ellos, llamando la atención la mayoría que estábamos ahí.
—SShh...— sintió la mirada de todos y su rostro se enrojeció como un tomate.
—Por cierto, ¿saben algo de Sadala-san?— cuestionó el cantinero.
La conversación seguía un curso monótono y trivial para mi, incluso habían moderado su tono de voz, aunque podía escucharlos desde dónde me encontraba, y no me permitían concentrarme, aparentemente habían robado una tienda y aún no encontraban a los culpables.
La campanilla volvió a sonar, al trío se unió un cuarto y se despepitó contando que en el bosque estaba pasando algo inusual, no explicó el qué, pero que iría después de beber algo bien caliente. Mientras tanto el cantinero agregó que aparentemente los familiares de la victima habían ido al bosque a buscar a los maleantes.
«Un robo, cosas raras en el bosque, familiares siguiendo a maleantes... Creo que mi papá puede esperar» llegados a este punto ya ni siquiera estaba viendo el mapa, simplemente escuchaba la conversación que se desarrollaba a escasa distancia de mi.
Dejé el pago y salí hacia el frío inclemente.
«Que frío tan arrecho»
Fue cuestión de segundos para que entre mis manos descansara aquel cálido pocillo de cerámica, lo rodeé con mis manos para sentir su calor y poco después le bebí lentamente, presté atención al lugar, era pequeño, no había mucha gente, no era muy lujoso, pero sí no entraba rápidamente ahí me hubiese convertido en un bloque de hielo probablemente.
«A ver... ¿En dónde es que estaba la casa de Akira?» Desenvolví un trozo de papel medio arrugado, era una especie de mapa dibujado por mi papá que me guiaría hacia mi destino, entonces empecé a trazar el camino con mi dedo.
Las puertas de la Taza Humeante nuevamente dejaron entrar a un par de cliente, esta vez dos hombres gordos y corpulentos, con una pinta no muy agradable, pero conocidos del encargado, rápidamente se pusieron cómodos y hablaron en un tono de voz nada bajo...
«Aparentemente por aquí es más corto» bebí otro trago, «pero por aquí...»
—JAJAJAJAJA ERES TODO UN BRIBÓN— rió uno de ellos, llamando la atención la mayoría que estábamos ahí.
—SShh...— sintió la mirada de todos y su rostro se enrojeció como un tomate.
—Por cierto, ¿saben algo de Sadala-san?— cuestionó el cantinero.
La conversación seguía un curso monótono y trivial para mi, incluso habían moderado su tono de voz, aunque podía escucharlos desde dónde me encontraba, y no me permitían concentrarme, aparentemente habían robado una tienda y aún no encontraban a los culpables.
La campanilla volvió a sonar, al trío se unió un cuarto y se despepitó contando que en el bosque estaba pasando algo inusual, no explicó el qué, pero que iría después de beber algo bien caliente. Mientras tanto el cantinero agregó que aparentemente los familiares de la victima habían ido al bosque a buscar a los maleantes.
«Un robo, cosas raras en el bosque, familiares siguiendo a maleantes... Creo que mi papá puede esperar» llegados a este punto ya ni siquiera estaba viendo el mapa, simplemente escuchaba la conversación que se desarrollaba a escasa distancia de mi.
Dejé el pago y salí hacia el frío inclemente.
Hablo (Aquamarine)
«Pienso»
Akito (Teal)
Naoko (Lightcoral)
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