Palomas blancas

[Amedama Daruu]

Evidentemente, porque Daruu conocía —o se hacía una idea de cómo era ya— a Kokuo desde hace un tiempo, y porque había hablado con ella, aunque a algunos pueda parecerles una locura, la entendía y estaba, sin dejar de comprender a Datsue, de parte de ella. Se defendió bien, tal y como había hecho contra él en la celda, y Daruu sabía que era cuestión de tiempo que se entendiese con Datsue. Pero como ya se ha dicho, la educación en Oonindo y los siglos de historia eran muy difíciles de olvidar. Los guardianes existían precisamente para encerrar a los bijuu, porque su mera libertad se consideraba un peligro.

Pero a veces, a veces, cuando uno está ocupado en defender su punto de vista, se olvida de que quizás lo importante no es defender dicho punto de vista sino las razones que te han llevado a adoptarlo.

—Pero a ver, sólo una cosa —dijo Daruu—. ¿Qué más da que Kokuo actúe por conveniencia? ¿No actúan las aldeas ninja por conveniencia, olvidando todas las putaditas que se han hecho las unas a las otras? ¿No actúamos nosotros, ahora mismo, por conveniencia, porque nos conviene más ser amigos que enemigos?

»Y a veces, actuando por conveniencia te acabas por hacer amigo de la gente. Nosotros estábamos cansados de pelear y estamos intentando hacer las paces. Ayame y yo estábamos hartos de vivir bajo el acecho de un ser de un poder casi incomprensible que quería salir de ella destruyendo todo en el proceso. Le ofrecimos ayuda, voluntaria, a cambio de que no lo hiciese más. Le ofrecimos comprensión.

»Nosotros ganamos en tranquilidad y ella en libertad. Y si en el proceso podemos romper un poquito esa barrera de miles de años de odio entre humanos y bijuu, pues eso que ganamos. Kokuo y yo nos picamos, pero... ¿sabes? ¿sabes? Hasta ahora no veo la diferencia entre cómo me está tratando ella que una amiga cualquiera.

Miró de reojo a Kokuo.

»Bueno. Tiene cinco colas y yo sólo una. —Empezó a reír en voz alta. Todavía se acordaba de aquél chiste. Y todavía...