Palomas blancas

[Amedama Daruu]

Aaaah, pero Daruu había ignorado otra de las facetas de Datsue. Quizás la más importante. Quizás la más peligrosa, por su propia naturaleza. Si Ayame era el Agua, Datsue tenía parte de Fuego. La parte salvaje, impredecible, que cambia con el viento y extiende el incendio a otras partes, lejanas, de un bosque en el que no se había originado. Datsue el Intrépido, el que siempre corría a toda velocidad, por delante de todo y de todos, saliendo por cualquier camino improvisado en todas las situaciones.

Eso tuvo su parte buena. Pero también la tenía mala. Y eso irá Daruu más tarde en esta historia.

Pero ahora centrémonos en algo que dijo Datsue que debió reconocer que dio en todo el blanco. Ah, sí, Yui era temible, de eso no había duda, y Daruu pensaba que tenía una parte compasiva, que si uno se disculpaba, juraba, y reconocía la jerarquía de Amegakure siempre saldría con poco más que una reprimenda, pero... es cierto que con aquél tema en particular no lo tenía nada claro. Quería creer que Yui acabaría perdonándoles. Quería creerlo. Pero desde luego no era asunto garantizado, así que mejor no arriesgarse, ¿eh?

—Datsue, esto está muy bien, pero... A ver cómo te lo digo sin que te duela —dijo—. A ver...

»...pues que no me fío.

»Que a ver, quiero que lo entiendas. Son nuestros pellejos los que están en juego, y francamente me asusta bastante la idea de que algún día puedas levantarte con el pie izquierdo y... ya sabes. Cosas que pasan, ¿no? Hola, Hanabi, qué tal, buenos días, le invito un café y así le cuento como Ayame ha liberado a su bijuu. Eso no queremos que pase, ¿eh...?