Palomas blancas

[Aotsuki Ayame]

—Datsue, esto está muy bien, pero... —habló Daruu, con cierto cuidado—. A ver cómo te lo digo sin que te duela. A ver... pues que no me fío. Que a ver, quiero que lo entiendas. Son nuestros pellejos los que están en juego, y francamente me asusta bastante la idea de que algún día puedas levantarte con el pie izquierdo y... ya sabes. Cosas que pasan, ¿no? Hola, Hanabi, qué tal, buenos días, le invito un café y así le cuento como Ayame ha liberado a su bijuu. Eso no queremos que pase, ¿eh...?

—Vaya, eso sí que dolió… —respondió el Uchiha—. ¿Y qué propones? —preguntó, con algo de recelo. Y lo cierto es que no era para menos...

Y Ayame miró interrogante a Daruu. ¿Acaso existía alguna técnica que te impidiera hablar de algún tema en concreto? ¿Estaba sugiriendo algo así? Kokuō, mientras tanto, se había bajado del regazo de Ayame y se asomaba por el borde de la barca, con las patas delanteras apoyadas en él.

—¿Que qué propongo? Te diré lo que propongo —Daruu había cerrado los ojos, abrió la boca preparándose para hablar y entonces...—: Y yo que sé, tío. Sólo... sólo sé un buen amigo. ¿Vale? Demuéstranoslo siendo un tío legal. Ya he decidido confiar en ti. Sólo tengo miedo.

Ayame dejó escapar el aire por la nariz y se volvió hacia Datsue, esperando y evaluando su respuesta.