12/04/2019, 19:13
—Sí, hay destinos peores que la muerte…, como el que seguramente ustedes pensaban cederle a mi amiga —acusó el genin.
La mujer levantó las manos, en gesto de defensa.
— ¿Pero quién te crees que somos? ¿Traficantes de órganos? ¿Vendedores de esclavos? Ibamos a pedir un rescate. Los mercaderes son de aflojar la pasta facilmente, niño. Esta chiquilla habría estado en casa para el día siguiente, y no estoy exagerando — murmuró la mujer, aunque podría ser real o no.
-- Mujer...calla... — dijo el hombre, quien ya se había arrastrado hasta ella. Intentaba levantarse a duras penas.
Kazuma no se vio sorprendido ni se inmutó en su decisión.
—Tienen hasta mi cuenta de tres para desaparecer. Uno…[/color]
Ambos se miraron entre ellos. El hombre pareció que fuese a decir algo, pero estaba demasiado agotado. La mujer no tenía ganas de pelear. Observó a la chiquilla, y comprendió que no merecía la pena arriesgarse. Aunque pudiera con ese niñato, si es verdad lo que decía y había otro ninja (aunque fuese de menor rango) tendrían problemas. Había sido una decisión estúpida el pelear con él, y serían reprendidos por ellos.
—[sub=slategray]… Dos…
— Nos vamos — dijo la mujer, y agarró al hombre.
— ¿Qué... mujer qué haces? — repuso el otro, pero no tuvo tiempo.
— Calla y camina.
Para cuando Kazuma llegó a cero, aun no se habían ido. A decir verdad, el chico había exigido demasiado: el hombre estaba demasiado herido como para caminar, y la mujer no podía ir muy rápido cargandole, por más que se esforzasen. Tres segundos eran imposible. Más bien les pilló de camino a la desaparición. La mujer, cargando al otro, trataba de alejarse con su mayor esfuerzo, sudando y enrojecida, lejos de Sora y de Kazuma.
Aun así, si que consiguió su objetivo: El cuerpo de Sora ya estaba a salvo. Digamos que si hubiera contado cinco, cuando hubiera llegado a cero, se habrían desvanecido al primer matorral.
Pero Kazuma no sería tan cruel como para asesinar a alguien desarmado que esta intentado huir, ¿verdad?
El cuerpo de Sora yacía sobre la hierba. Curiosamente, estaba rodeado de flores, como si hubieran surgido para arroparla. Parecía intranquila, pero respiraba. La chica estaba bien y no había sufrido daños. Quizá se había llevado un golpe, quizá la habían dormido de otro modo.
Sobre su regazo, había una pequeña tarjeta rectangular, cuyo papel era de la misma textura y color que un pergamino. En él, había una simple "N", escrita en tinta.
La mujer levantó las manos, en gesto de defensa.
— ¿Pero quién te crees que somos? ¿Traficantes de órganos? ¿Vendedores de esclavos? Ibamos a pedir un rescate. Los mercaderes son de aflojar la pasta facilmente, niño. Esta chiquilla habría estado en casa para el día siguiente, y no estoy exagerando — murmuró la mujer, aunque podría ser real o no.
-- Mujer...calla... — dijo el hombre, quien ya se había arrastrado hasta ella. Intentaba levantarse a duras penas.
Kazuma no se vio sorprendido ni se inmutó en su decisión.
—Tienen hasta mi cuenta de tres para desaparecer. Uno…[/color]
Ambos se miraron entre ellos. El hombre pareció que fuese a decir algo, pero estaba demasiado agotado. La mujer no tenía ganas de pelear. Observó a la chiquilla, y comprendió que no merecía la pena arriesgarse. Aunque pudiera con ese niñato, si es verdad lo que decía y había otro ninja (aunque fuese de menor rango) tendrían problemas. Había sido una decisión estúpida el pelear con él, y serían reprendidos por ellos.
—[sub=slategray]… Dos…
— Nos vamos — dijo la mujer, y agarró al hombre.
— ¿Qué... mujer qué haces? — repuso el otro, pero no tuvo tiempo.
— Calla y camina.
Para cuando Kazuma llegó a cero, aun no se habían ido. A decir verdad, el chico había exigido demasiado: el hombre estaba demasiado herido como para caminar, y la mujer no podía ir muy rápido cargandole, por más que se esforzasen. Tres segundos eran imposible. Más bien les pilló de camino a la desaparición. La mujer, cargando al otro, trataba de alejarse con su mayor esfuerzo, sudando y enrojecida, lejos de Sora y de Kazuma.
Aun así, si que consiguió su objetivo: El cuerpo de Sora ya estaba a salvo. Digamos que si hubiera contado cinco, cuando hubiera llegado a cero, se habrían desvanecido al primer matorral.
Pero Kazuma no sería tan cruel como para asesinar a alguien desarmado que esta intentado huir, ¿verdad?
El cuerpo de Sora yacía sobre la hierba. Curiosamente, estaba rodeado de flores, como si hubieran surgido para arroparla. Parecía intranquila, pero respiraba. La chica estaba bien y no había sufrido daños. Quizá se había llevado un golpe, quizá la habían dormido de otro modo.
Sobre su regazo, había una pequeña tarjeta rectangular, cuyo papel era de la misma textura y color que un pergamino. En él, había una simple "N", escrita en tinta.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60