19/04/2019, 01:40
—Me duele mucho. ¿Qué ha pasado? —Fijándose mejor, Kazuma podría ver que tenía un chichón. Sí, no estaba herida, pero probablemente le habían golpeado ahí —. Estaba corriendo... y entonces... no... no recuerdo nada.
El genin se planteó contarle la verdad: la desaparición, el secuestro, el maleante, la pelea; junto con las amenazas de muerte y todo el drama correspondiente. Sin duda sería una buena anécdota; pero aquella muchacha no tenía el mismo aplomo que él, una reacción de pánico era esperable y ciertamente no le convenía tener que explicar todo lo sucedido a los padres de Sora.
—Tengo una teoría muy interesante al respecto —aseguro con tono medio divertido—: estabas corriendo por el bosque cual ninfa, observando las flores con suma alegría; hasta que un árbol enamorado decidió besarte la frente como bien pudo.
Sonrió un poco y señalo el lugar inflamado, componiendo el gesto a la manera en que los ancianos le explicaban a un niño porque se había caído al correr. Lo curioso era que parte de su sonrisa era por lo irónico de su mentira: si remplazaba el árbol por un secuestrador y el beso por un porrazo, prácticamente estaba diciendo la verdad —salvando un montón de omisiones, claro está—.
El genin se planteó contarle la verdad: la desaparición, el secuestro, el maleante, la pelea; junto con las amenazas de muerte y todo el drama correspondiente. Sin duda sería una buena anécdota; pero aquella muchacha no tenía el mismo aplomo que él, una reacción de pánico era esperable y ciertamente no le convenía tener que explicar todo lo sucedido a los padres de Sora.
—Tengo una teoría muy interesante al respecto —aseguro con tono medio divertido—: estabas corriendo por el bosque cual ninfa, observando las flores con suma alegría; hasta que un árbol enamorado decidió besarte la frente como bien pudo.
Sonrió un poco y señalo el lugar inflamado, componiendo el gesto a la manera en que los ancianos le explicaban a un niño porque se había caído al correr. Lo curioso era que parte de su sonrisa era por lo irónico de su mentira: si remplazaba el árbol por un secuestrador y el beso por un porrazo, prácticamente estaba diciendo la verdad —salvando un montón de omisiones, claro está—.