25/04/2019, 21:50
(Última modificación: 25/04/2019, 21:50 por Aotsuki Ayame.)
Pero la persecución terminó tan pronto como había empezado. El músico se quedó inmóvil en el sitio, con las manos levantadas en un gesto conciliador que poco convenció a la kunoichi.
—¡Yo... icenteno soy! ¡Lo roju!
—¡Sí, claro, entonces nuestras pertenencias han desaparecido por arte de chakra! —exclamó Ayame, recortando la escasa distancia que los separaba. El enojo que sentía era claramente palpable, tanto en sus chispeantes ojos como en su lenguaje corporal.
El Kusajin no tardó en unirse a ella.
—Tío, vamos a hacerlo por las buenas. Sabemos que algo tienes que ver tú con todo ésto, así que... facilitanos el trabajo, y dinos. ¿Quienes son tus cómplices? Tú eras solo el cebo, ¿verdad?
El hombre volvió a pegar un respingo. Era evidente que le acababan de pillar con el carrito de los helados. Era evidente que él no había sido el responsable directo de los robos, pero que estaba compinchado con alguien con las manos demasiado largas mientras él se encargaba de distraerlos con su peculiar música era más que evidente. ¡Por eso ni siquiera le importaba que le insultaran y se rieran de él!
—¡Roju lo! ¡roju lo! ¡se no nada yo! —insistía el hombre—. ¡Ancremé!
Y a Ayame se le acababa la paciencia.
—Mira, nos vas a decir quién es el ladrón al que estabas ayudando, o si no —añadió, en voz más baja—, toda esta gente sabrá que has tenido algo que ver. Y no creo que les haga ninguna gracia... Así que ya estás cantando.
—¡Yo... icenteno soy! ¡Lo roju!
—¡Sí, claro, entonces nuestras pertenencias han desaparecido por arte de chakra! —exclamó Ayame, recortando la escasa distancia que los separaba. El enojo que sentía era claramente palpable, tanto en sus chispeantes ojos como en su lenguaje corporal.
El Kusajin no tardó en unirse a ella.
—Tío, vamos a hacerlo por las buenas. Sabemos que algo tienes que ver tú con todo ésto, así que... facilitanos el trabajo, y dinos. ¿Quienes son tus cómplices? Tú eras solo el cebo, ¿verdad?
El hombre volvió a pegar un respingo. Era evidente que le acababan de pillar con el carrito de los helados. Era evidente que él no había sido el responsable directo de los robos, pero que estaba compinchado con alguien con las manos demasiado largas mientras él se encargaba de distraerlos con su peculiar música era más que evidente. ¡Por eso ni siquiera le importaba que le insultaran y se rieran de él!
—¡Roju lo! ¡roju lo! ¡se no nada yo! —insistía el hombre—. ¡Ancremé!
Y a Ayame se le acababa la paciencia.
—Mira, nos vas a decir quién es el ladrón al que estabas ayudando, o si no —añadió, en voz más baja—, toda esta gente sabrá que has tenido algo que ver. Y no creo que les haga ninguna gracia... Así que ya estás cantando.

![[Imagen: kQqd7V9.png]](https://i.imgur.com/kQqd7V9.png)