27/04/2019, 01:06
Daruu no sabía quién le intimidaba más, si Sarutobi Hanabi o ese hombretón de al lado suyo, Katsudon. El Uzukage le dedicó unas palabras en voz muy baja, y el Akimichi salió del despacho clavándole los ojos como cuchillos afilados. Daruu tragó saliva, y dio un respingo cuando Ayame habló a través del sello. Quizás en otro momento se habría ofendido por las continuas afirmaciones sobre que era un idiota. Pero es que lo había sido.
Hanabi les hizo sentar y tranquilizó a la kunoichi, al tiempo que apremiaba a Daruu a no volver a meter la pata con los límites de su buena voluntad.
—Bien. De acuerdo. Por supuestísimo. Lo que usted ordene, Hanabi-sama —recitó, como un mantra. Como si él mismo fuese un uzujin.
Hanabi se mostró aún más escéptico que Ayame en lo que se refiere a la no-muerte de Akame. Daruu no dijo nada: rígido como una tabla, lo único que hizo fue desear que Ayame no pusiese en riesgo su pellejo saltando contra Hanabi por no creerla.
Hanabi les hizo sentar y tranquilizó a la kunoichi, al tiempo que apremiaba a Daruu a no volver a meter la pata con los límites de su buena voluntad.
—Bien. De acuerdo. Por supuestísimo. Lo que usted ordene, Hanabi-sama —recitó, como un mantra. Como si él mismo fuese un uzujin.
Hanabi se mostró aún más escéptico que Ayame en lo que se refiere a la no-muerte de Akame. Daruu no dijo nada: rígido como una tabla, lo único que hizo fue desear que Ayame no pusiese en riesgo su pellejo saltando contra Hanabi por no creerla.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)