4/11/2015, 13:29
A la kunoichi de Taki le extrañó bastante extrañó que la Hyuga se hubiese criado en un templo, aunque trató de quitarle un poco de hierro al asunto con risas y una medio broma-verdad. Por su parte la peliblanca se limitó a sonreír ante aquello, ella siempre supo que no era muy común su situación.
La rubia se giró dándole la espalda, alejándose unos pasos de Mitsuki mientras lanzaba una profunda reflexión que hizo que la kusabiariana se plantease muchas cosas en poco tiempo, ¿qué habría pasado si no hubiese nacido con esas marcas? ¿Estaría hoy allí hablando tranquilamente con alguien de tierras tan lejanas? ¿O estaría en Kusabi disfrutando de una familia? Demasiadas preguntas y todas sin respuesta.
Noemi se encaramó hábilmente a la roca sobre la que se encontraba cuando la encontró por primera vez, como aquella vez seguía atenta a su cabello.
Al parecer Mitsuki se había ganado por fin algo de respeto por parte de la chica, pues según sus propias palabras por fin decía algo que fuese interesante. Justo después de aquello, la muchacha se sentó sobre la roca junto a la paloma que había empezado todo. Que no parecía tener ningún miedo a los humanos.
—Sabes...— comenzó la joven mientras elevaba un poco su rostro para poder observar mejor a la otra kunoichi —los shinobi sois gente muy interesante— la peliblanca dejó escapar una suave sonrisa, antes de encaramarse a la roca donde la rubia había plantado sus posaderas. Imitándola se sentó junto a ella dejando las piernas colgando —¿Puedo hacerte una pregunta?— le lanzó el interrogante mientras contemplaba el horizonte, con la mirada perdida entre las rocas
La rubia se giró dándole la espalda, alejándose unos pasos de Mitsuki mientras lanzaba una profunda reflexión que hizo que la kusabiariana se plantease muchas cosas en poco tiempo, ¿qué habría pasado si no hubiese nacido con esas marcas? ¿Estaría hoy allí hablando tranquilamente con alguien de tierras tan lejanas? ¿O estaría en Kusabi disfrutando de una familia? Demasiadas preguntas y todas sin respuesta.
Noemi se encaramó hábilmente a la roca sobre la que se encontraba cuando la encontró por primera vez, como aquella vez seguía atenta a su cabello.
Al parecer Mitsuki se había ganado por fin algo de respeto por parte de la chica, pues según sus propias palabras por fin decía algo que fuese interesante. Justo después de aquello, la muchacha se sentó sobre la roca junto a la paloma que había empezado todo. Que no parecía tener ningún miedo a los humanos.
—Sabes...— comenzó la joven mientras elevaba un poco su rostro para poder observar mejor a la otra kunoichi —los shinobi sois gente muy interesante— la peliblanca dejó escapar una suave sonrisa, antes de encaramarse a la roca donde la rubia había plantado sus posaderas. Imitándola se sentó junto a ella dejando las piernas colgando —¿Puedo hacerte una pregunta?— le lanzó el interrogante mientras contemplaba el horizonte, con la mirada perdida entre las rocas