19/05/2019, 23:52
Ranko se sorprendió y alegró de la idea de Etsu. Aunque el verlo hablarle a Akane, quien ya había regresado a su forma canina, antes de decirla le hizo dudar de si la idea era del humano o no. Kazuma aceptó de buena gana la sugerencia de su compañero, y, un Henge no jutsu después, el peliblanco vestía de manera apropiada de nuevo. La chica soltó un quedo suspiro de alivio, y el rubor de sus mejillas disminuyó lentamente.
Fueron acercándose entonces a la entrada a la aldea. No tardaron en ver a Komachi, la madre de Ranko, esperando sentada en un banco que otrora no estaba allí, mientras fumaba con suma tranquilidad de su pipa kiseru. Habrían pasado varias horas, mas la jōnin seguía impasible esperando por el regreso de los genin.
—Oh, aquí están —dijo sonriente al tenerlos cerca —¿Y bien? ¿Qué tal todo? Tuve que mandar a buscar un asiento para poder esperarles je~ ¿Pudieron encontrar mis hierbas?
Komachi preguntaba, claramente, por el baiko extra que les había encomendado. Tal vez los chicos no se dieran cuenta, pero la razón de haberlos esperado era para que Taitama no se enterara de que ella había encargado hierba que no era para ella.
—¡Madre! ¡Claro! —Ranko volteó a ver a Etsu, pues era éste quien tenía en su posesión la bolsita de cuero de su progenitora. Estaba emocionada y, al contrario de su madre, lo mostraba en su rostro. ¡Acababa de cumplir su primera misión (o casi)! ¿Cómo no emocionarse?
Fueron acercándose entonces a la entrada a la aldea. No tardaron en ver a Komachi, la madre de Ranko, esperando sentada en un banco que otrora no estaba allí, mientras fumaba con suma tranquilidad de su pipa kiseru. Habrían pasado varias horas, mas la jōnin seguía impasible esperando por el regreso de los genin.
—Oh, aquí están —dijo sonriente al tenerlos cerca —¿Y bien? ¿Qué tal todo? Tuve que mandar a buscar un asiento para poder esperarles je~ ¿Pudieron encontrar mis hierbas?
Komachi preguntaba, claramente, por el baiko extra que les había encomendado. Tal vez los chicos no se dieran cuenta, pero la razón de haberlos esperado era para que Taitama no se enterara de que ella había encargado hierba que no era para ella.
—¡Madre! ¡Claro! —Ranko volteó a ver a Etsu, pues era éste quien tenía en su posesión la bolsita de cuero de su progenitora. Estaba emocionada y, al contrario de su madre, lo mostraba en su rostro. ¡Acababa de cumplir su primera misión (o casi)! ¿Cómo no emocionarse?
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