7/11/2015, 02:45
La joven rubia se quedó unos instantes en silencio, parecía estar meditando su respuesta o quizás dudaba entre responder sinceramente o esquivar el tema con alguna respuesta ya hecha... al fin y al cabo, no era pregunta fácil de responder. La peliblanca, mientras tanto, aguardaba la respuesta con calma. Acariciaba a la frágil ave con ternura, casi como si fuese su mascota de toda la vida.
Noemi se decidió a contestar, su respuesta fue escueta pero sincera. La joven de kusabi pudo notar como su compañera sentía cada palabra, aunque al final quiso matizarlas... seguramente por que temía que la Hyuga se burlase de unas aspiraciones tan altas. Al fin y al cabo los ejemplos mencionados era leyendas dentro de las leyendas, los tres kages que lograron salvar al mundo de las bestias de colas. Podía ser un camino dificil, otros dirían que imposibles, pero era el camino que la joven se había marcado y algo le decía en su corazón, que no se rendiría hasta lograrlo o morir en el intento.
Mitsuki estaba apunto de hablar cuando la pregunta le fue devuelta, la de kusabi agacho la cabeza levemente y dejó que su mirada se posase sobre la paloma que se había acomodado en su regazo. La pregunta era bastante difícil de responder, por una parte no había elegido el camino pero por otra nadie jamás la había obligado a seguirlo. Sin duda era tan complicada la respuesta porque ni siquiera ella misma estaba segura de por qué estaba allí.
—Es complicado...— la joven dejó escapar un suave suspiro —No elegí estar aquí, pero tampoco nadie me ha obligado...— su situación era como mínimo diferente a la de los demás, ni mejor ni peor, solo diferente —Digamos que soy como una paloma mensajera, no estoy enjaulada pero siempre que vuelo sigo una ruta... porque para eso nacimos y nos criaron— la joven levantó la mirada hacia el horizonte. En su interior podía sentir como se entremezclaban sus sentimientos encontrados —Y al igual que ellas, tengo una tarea que cumplir— finalizó la joven a la vez que levantaba cuidadosamente con ambas manos a la paloma hasta ponerla frente a sus blanquecinos ojos, justo cuando la tuvo en frente se dió cuenta de algo en lo que no había reparado anteriormente o al menos no había sido consciente de ello. La paloma tenía un pequeño rollo de papel atado a una de sus patitas —Vaya... parece que tú y yo tenemos algo más en común que el color de nuestras plumas— comentó la joven mientras tumbaba la paloma sobre la palma de su mano para poder ver mejor el pergamino —Fijate Noemi, tiene un mensaje en atado a su pata derecha... ¿qué deberíamos hacer?—
Noemi se decidió a contestar, su respuesta fue escueta pero sincera. La joven de kusabi pudo notar como su compañera sentía cada palabra, aunque al final quiso matizarlas... seguramente por que temía que la Hyuga se burlase de unas aspiraciones tan altas. Al fin y al cabo los ejemplos mencionados era leyendas dentro de las leyendas, los tres kages que lograron salvar al mundo de las bestias de colas. Podía ser un camino dificil, otros dirían que imposibles, pero era el camino que la joven se había marcado y algo le decía en su corazón, que no se rendiría hasta lograrlo o morir en el intento.
Mitsuki estaba apunto de hablar cuando la pregunta le fue devuelta, la de kusabi agacho la cabeza levemente y dejó que su mirada se posase sobre la paloma que se había acomodado en su regazo. La pregunta era bastante difícil de responder, por una parte no había elegido el camino pero por otra nadie jamás la había obligado a seguirlo. Sin duda era tan complicada la respuesta porque ni siquiera ella misma estaba segura de por qué estaba allí.
—Es complicado...— la joven dejó escapar un suave suspiro —No elegí estar aquí, pero tampoco nadie me ha obligado...— su situación era como mínimo diferente a la de los demás, ni mejor ni peor, solo diferente —Digamos que soy como una paloma mensajera, no estoy enjaulada pero siempre que vuelo sigo una ruta... porque para eso nacimos y nos criaron— la joven levantó la mirada hacia el horizonte. En su interior podía sentir como se entremezclaban sus sentimientos encontrados —Y al igual que ellas, tengo una tarea que cumplir— finalizó la joven a la vez que levantaba cuidadosamente con ambas manos a la paloma hasta ponerla frente a sus blanquecinos ojos, justo cuando la tuvo en frente se dió cuenta de algo en lo que no había reparado anteriormente o al menos no había sido consciente de ello. La paloma tenía un pequeño rollo de papel atado a una de sus patitas —Vaya... parece que tú y yo tenemos algo más en común que el color de nuestras plumas— comentó la joven mientras tumbaba la paloma sobre la palma de su mano para poder ver mejor el pergamino —Fijate Noemi, tiene un mensaje en atado a su pata derecha... ¿qué deberíamos hacer?—