24/05/2019, 22:21
—No es eso, Reiji-kun. Es... —Katsudon se paró un segundo para mirar a los alrededores. Comprendia y compartia su cautela, aunque allí no había mas que nuestras sombras. Aunque la de él bien podría contar como multitud.—. Por supuesto que quiero hablar contigo, hombre. ¡Pero no de eso! Mira, te lo cuento esta noche. A la luz de la hoguera, con un buen bocata entre manos. Pero ahora me siento incómodo.
—Lo entiendo.
Y tanto que lo entendía. Todavía recordaba lo que había sentido cuando aquella chica extraña se paro a mirar de forma obscena y se acerba demasiado. Era... Desagradable.
Avanzamos un trozo del camino en silencio. Para mi, era la primera vez que salia de la aldea. Todo era nuevo. Katsudon, sin embargo parecía conocer bien el camino. Contemplé, sin perder el ritmo, todo lo que pude a mi alrededor.
—Hanabi me enseñó ese cacharro que le regalaste —dijo Katsudon al rato. Quizás ya se sentia mas a gusto. No veas qué sonrisa tenía en la cara el tío. Creo que le gustó bastante.
A mi padre le hubiera alegrado escuchar esas palabras. A mi también me alegraba, pero el diseño y el merito era suyo.
—Mi padre es un genio en lo suyo, parece tener cierto tipo de intuición con que tipo de arma puede irle mejor a cada persona, es como cuando vas a la tienda de ropa, y el hombre sabe cual te va a quedar mejor. . — Pero había bastante mas, la fama de mi padre era bien merecida, y los que lo conocían lo sabían de sobra. — También tiene un montón de años de trabajo sobre sus hombros, y ha visto mundo. ¿Sabes? Esta es la primera vez que yo salgo de la villa, y por muy poco, quizás no hubiera salido nunca, pero mis padres... Ellos han viajado muchísimo. Han visto muchas cosas y supongo que eso ayuda cuando tienes que inventarte algún arma nueva.
Con un simple comentario, yo ya me había empezado a explayar como si nada.
—Yo también seré tan bueno como él algún día. De momento he estado entrenando algo en secreto, aunque todavía no lo consigo.
—Lo entiendo.
Y tanto que lo entendía. Todavía recordaba lo que había sentido cuando aquella chica extraña se paro a mirar de forma obscena y se acerba demasiado. Era... Desagradable.
Avanzamos un trozo del camino en silencio. Para mi, era la primera vez que salia de la aldea. Todo era nuevo. Katsudon, sin embargo parecía conocer bien el camino. Contemplé, sin perder el ritmo, todo lo que pude a mi alrededor.
—Hanabi me enseñó ese cacharro que le regalaste —dijo Katsudon al rato. Quizás ya se sentia mas a gusto. No veas qué sonrisa tenía en la cara el tío. Creo que le gustó bastante.
A mi padre le hubiera alegrado escuchar esas palabras. A mi también me alegraba, pero el diseño y el merito era suyo.
—Mi padre es un genio en lo suyo, parece tener cierto tipo de intuición con que tipo de arma puede irle mejor a cada persona, es como cuando vas a la tienda de ropa, y el hombre sabe cual te va a quedar mejor. . — Pero había bastante mas, la fama de mi padre era bien merecida, y los que lo conocían lo sabían de sobra. — También tiene un montón de años de trabajo sobre sus hombros, y ha visto mundo. ¿Sabes? Esta es la primera vez que yo salgo de la villa, y por muy poco, quizás no hubiera salido nunca, pero mis padres... Ellos han viajado muchísimo. Han visto muchas cosas y supongo que eso ayuda cuando tienes que inventarte algún arma nueva.
Con un simple comentario, yo ya me había empezado a explayar como si nada.
—Yo también seré tan bueno como él algún día. De momento he estado entrenando algo en secreto, aunque todavía no lo consigo.