7/11/2015, 05:45
(Última modificación: 7/11/2015, 05:46 por Uchiha Datsue.)
Datsue, al ver que la camarera se iba a tomar su tiempo, alcanzó la mochila y sacó de ella una pequeña libreta con un lápiz entre sus anillas, extrayendo el lápiz y abriéndola por la última página escrita. En ella había varias anotaciones sobre lo que pretendía ser un relato corto, de tres o cuatro páginas, cuya antagonista principal estaba basada en Noemi, la atractiva kunoichi que había conocido justo antes de iniciar aquel viaje a Shinogi-to.
Empezó a dar golpecitos con el lápiz en el papel, mientras repasaba la historia. Tenía claro la idea general, así como el desenlace, pero le faltaban muchos detalles por definir. Para empezar, todavía no sabía muy bien qué tipo de protagonista le convenía crear, así como tampoco cuál sería la virtud que la antagonista quería robarle.
“Quizá el buen sentido del humor… No, mejor otra cosa. No se me dan bien los personajes graciosos. Qué más puede ser... Bondad, paciencia, sacrificio, lealtad… ¿Y si es un don que le hace especial? Como por ejemplo, hmm…”
Pero las tripas le rugieron de nuevo, interrumpiendo sus pensamientos. No podía pensar bien con el estómago vacío. Buscó con la mirada a la camarera, irritado, y al ver que estaba junto a la barra fumando con toda la parsimonia del mundo se le hinchó la vena de la frente.
“Será posible…”
No pudo contenerse. Se llevó dos dedos a la boca y emitió un silbido agudo y sonoro, para luego indicarle a la camarera mediante gestos de que viniese de una vez. No había sido lo más educado y elegante del mundo, pero no estaba de humor como para ser amable y paciente. No después de todo lo que había caminado.
Empezó a dar golpecitos con el lápiz en el papel, mientras repasaba la historia. Tenía claro la idea general, así como el desenlace, pero le faltaban muchos detalles por definir. Para empezar, todavía no sabía muy bien qué tipo de protagonista le convenía crear, así como tampoco cuál sería la virtud que la antagonista quería robarle.
“Quizá el buen sentido del humor… No, mejor otra cosa. No se me dan bien los personajes graciosos. Qué más puede ser... Bondad, paciencia, sacrificio, lealtad… ¿Y si es un don que le hace especial? Como por ejemplo, hmm…”
Pero las tripas le rugieron de nuevo, interrumpiendo sus pensamientos. No podía pensar bien con el estómago vacío. Buscó con la mirada a la camarera, irritado, y al ver que estaba junto a la barra fumando con toda la parsimonia del mundo se le hinchó la vena de la frente.
“Será posible…”
No pudo contenerse. Se llevó dos dedos a la boca y emitió un silbido agudo y sonoro, para luego indicarle a la camarera mediante gestos de que viniese de una vez. No había sido lo más educado y elegante del mundo, pero no estaba de humor como para ser amable y paciente. No después de todo lo que había caminado.