8/11/2015, 16:59
A pesar de la aparente desventaja de estar combatiendo dos contra cuatro, la pelea parecía decantarse a favor de aquel par de jóvenes shinobis. Sin embargo no podían confiarse pues a diferencia de ellos, los matones a los que hacían frente atacarían a matar si lo veían necesario.
«Al parecer son un poco más que simple bravuconería» —Pensó mientras veía como se reincorporaba el sujeto al cual había herido en el hombro.
Aquel matón, tomo el metal encajado en su carne y sin quejido alguno lo empuño mientras lo apuntaba hacia el joven de ojos grises. El que parecía ser el líder también se había recuperado del pequeño tropezón. Inmediatamente dio órdenes con un silbido y los atacantes se organizaron de forma que dos rodearon a Kazuma y otros dos a Karamaru. Todos con buenas posturas de combate y con cuchillos en mano.
«Esto da mala espina. Ahora se ven más concentrados» —Inquirió él, mientras tomaba un kunai de su porta objetos.
Sin previo aviso el sujeto herido en el hombro le ataco. Pero esta vez había algo diferente; se movía con más agilidad, fuerza y precisión, dejándole al chico de piel morena poco o ningún margen de error.
En un instante en el que la luna asomo levemente de entre un manto de niebla nocturna, el Ishimura pudo notar como el hombre de gran tamaño estaba dando órdenes con señas y chasquidos. Gestos que volvieron a quedar ocultos en cuanto la luz desapareció de nuevo.
—Hay que tener cuidado, pues parece que se han puesto serios —dijo mientras se acercaba al centro del sitio y se ponía espalda contra espalda con su compañero—. Al parecer son bastante buenos peleando en condiciones de poca visibilidad.
Entonces se fijo en que la fogata se había apagado y que no había notado el momento en que lo hizo. Pero supo que debieron ser los sujetos en el momento en que llegaron. Por su mente pasaron las posibles consecuencias de haberse confiado.
«Al parecer son un poco más que simple bravuconería» —Pensó mientras veía como se reincorporaba el sujeto al cual había herido en el hombro.
Aquel matón, tomo el metal encajado en su carne y sin quejido alguno lo empuño mientras lo apuntaba hacia el joven de ojos grises. El que parecía ser el líder también se había recuperado del pequeño tropezón. Inmediatamente dio órdenes con un silbido y los atacantes se organizaron de forma que dos rodearon a Kazuma y otros dos a Karamaru. Todos con buenas posturas de combate y con cuchillos en mano.
«Esto da mala espina. Ahora se ven más concentrados» —Inquirió él, mientras tomaba un kunai de su porta objetos.
Sin previo aviso el sujeto herido en el hombro le ataco. Pero esta vez había algo diferente; se movía con más agilidad, fuerza y precisión, dejándole al chico de piel morena poco o ningún margen de error.
En un instante en el que la luna asomo levemente de entre un manto de niebla nocturna, el Ishimura pudo notar como el hombre de gran tamaño estaba dando órdenes con señas y chasquidos. Gestos que volvieron a quedar ocultos en cuanto la luz desapareció de nuevo.
—Hay que tener cuidado, pues parece que se han puesto serios —dijo mientras se acercaba al centro del sitio y se ponía espalda contra espalda con su compañero—. Al parecer son bastante buenos peleando en condiciones de poca visibilidad.
Entonces se fijo en que la fogata se había apagado y que no había notado el momento en que lo hizo. Pero supo que debieron ser los sujetos en el momento en que llegaron. Por su mente pasaron las posibles consecuencias de haberse confiado.