8/11/2015, 17:05
La rubia seguía cepillando su cabello con esmero, al parecer tener aquella larga melena debía de ser algo tremendamente complicado por todo el mantenimiento que requería.
Mitsuki por su parte trataba de separar el pergamino de la pata del animal, tras la sugerencia de Noemi. No tardó demasiado en lograrlo, aunque tenía que reconocer que el nudo estaba bien realizado. Una vez tuvo el mensaje en su mano, dejó a la paloma de nuevo sobre su regazo y procedió a desenrollar el pergamino. En su interior pudo observar una cuidada caligrafía que rezaba lo siguiente:
La joven releyó aquel mensaje un par de veces, no por que le hiciera falta si no por qué aquellos kanjis entían algo de hipnótico. Sin embargo, sabía perfectamente que aquella carta no había llegado a su destinatario original. Aquello la preocupó bastante, se sentía culpable de haberse inmiscuido en algo que no le concernía lo más mínimo pues parecía una carta de una mujer a su amante. Su imaginanción había volado con aquel siempre tuya, y ahora no podía detenerla. La culpabilidad cada vez pesaba más, podía haber cometido un error sin precedentes.
—Creo que no debía de haberla abierto— dijo la muchacha visiblemente abatida
Mitsuki por su parte trataba de separar el pergamino de la pata del animal, tras la sugerencia de Noemi. No tardó demasiado en lograrlo, aunque tenía que reconocer que el nudo estaba bien realizado. Una vez tuvo el mensaje en su mano, dejó a la paloma de nuevo sobre su regazo y procedió a desenrollar el pergamino. En su interior pudo observar una cuidada caligrafía que rezaba lo siguiente:
Esta medianoche, todo esta preparado. Aguardame entre las sombras de los rosales. Siempre tuya, Kagome
La joven releyó aquel mensaje un par de veces, no por que le hiciera falta si no por qué aquellos kanjis entían algo de hipnótico. Sin embargo, sabía perfectamente que aquella carta no había llegado a su destinatario original. Aquello la preocupó bastante, se sentía culpable de haberse inmiscuido en algo que no le concernía lo más mínimo pues parecía una carta de una mujer a su amante. Su imaginanción había volado con aquel siempre tuya, y ahora no podía detenerla. La culpabilidad cada vez pesaba más, podía haber cometido un error sin precedentes.
—Creo que no debía de haberla abierto— dijo la muchacha visiblemente abatida