13/06/2019, 00:22
-Lo primero que me enseñaron mis padres es que el respeto no se gana ni con un apellido ni con dinero - respondió con una mirada fulminante al asqueroso niñato rico. Su primera misión y tenía que tratar con un niñato que no sabía ni tan siquiera lo que era limpiarse el culo el solo “ Podría ponerle la cara ahora mismo igual que a cualquiera de las dichosas pinturas de aquella casa” pensó para mi misma sintiendo como le quemaban las puntas de los dedos del enfado. Desde luego aquella misión no era para ella.
A pesa de su enfado, el acongojado tartamudeo del mayordomo fue suficiente para que entornara los ojos hacia su lateral, sin dignarse a mover la cabeza, no fuera que aquel niñato tuviera un arrebato aún más violento. No obstante, al ver al hombre al que en un principio había intentado defender sufriendo de aquella manera hizo que pudiera controlar el enojo lo suficiente para que volviera a caber en su pecho. “No le estás haciendo ningún favor estúpida. ” se recriminó a si misma obviando aquella boca tan desagradable de niño rico balbuceando alguna estupidez más.
-Venía a decirte que no puedo transportar en la carreta toda la colección de volúmenes. - respondió con una ira gélida, masticando las primeras palabras, por una falta de educación de un energúmeno no iba a dejar de hacer para lo que había venido. -Como quieras. - Respondió cortante a la nueva falta de respeto. Tuvo que controlarse para no quemar en aquel instante la puerta y al dueño de la casa detrás de esta cuando le cerró la puerta en la cara. Su mano derecha se crispó mientras utilizaba toda su fuerza de voluntad para no abrir la puerta y sacar a su ocupante del cuarto a rastras de aquellos mal peinados cabellos.
Giró el cuello bruscamente al recibir la invitación del mayordomo, sacándola de su violenta ensoñación, respirando varias veces “¿Qué tu señor es gilipollas?¿Qué se despertó un buen día de la cuna, sabía hablar y desde entonces no dejó de hablar a la gente como a escoria?¿Me vas a enseñar la colección de armas y voy a probarlas todas con él? ” La Sarutobi tuvo que volver a respirar antes que el enfado volviera a salirle a borbotones por la boca. - Acepto encantada esa bebida refrescante - respondió haciendo todo su esfuerzo en sonreír de manera inocente pese al numerito que acababa de formar. Al fin y al cabo aquel hombre no tenía culpa de nada.
Lo siguió, sorprendida por las maneras en las que iba a preparar un simple refresco - No… no era necesario.- respondió con una sonrisa entre agradecida y tímida. Dio un pequeño sorbo a la limonada antes de volver a dirigirse al hombre - ¿Puedo saber que está pasando por favor?-
A pesa de su enfado, el acongojado tartamudeo del mayordomo fue suficiente para que entornara los ojos hacia su lateral, sin dignarse a mover la cabeza, no fuera que aquel niñato tuviera un arrebato aún más violento. No obstante, al ver al hombre al que en un principio había intentado defender sufriendo de aquella manera hizo que pudiera controlar el enojo lo suficiente para que volviera a caber en su pecho. “No le estás haciendo ningún favor estúpida. ” se recriminó a si misma obviando aquella boca tan desagradable de niño rico balbuceando alguna estupidez más.
-Venía a decirte que no puedo transportar en la carreta toda la colección de volúmenes. - respondió con una ira gélida, masticando las primeras palabras, por una falta de educación de un energúmeno no iba a dejar de hacer para lo que había venido. -Como quieras. - Respondió cortante a la nueva falta de respeto. Tuvo que controlarse para no quemar en aquel instante la puerta y al dueño de la casa detrás de esta cuando le cerró la puerta en la cara. Su mano derecha se crispó mientras utilizaba toda su fuerza de voluntad para no abrir la puerta y sacar a su ocupante del cuarto a rastras de aquellos mal peinados cabellos.
Giró el cuello bruscamente al recibir la invitación del mayordomo, sacándola de su violenta ensoñación, respirando varias veces “¿Qué tu señor es gilipollas?¿Qué se despertó un buen día de la cuna, sabía hablar y desde entonces no dejó de hablar a la gente como a escoria?¿Me vas a enseñar la colección de armas y voy a probarlas todas con él? ” La Sarutobi tuvo que volver a respirar antes que el enfado volviera a salirle a borbotones por la boca. - Acepto encantada esa bebida refrescante - respondió haciendo todo su esfuerzo en sonreír de manera inocente pese al numerito que acababa de formar. Al fin y al cabo aquel hombre no tenía culpa de nada.
Lo siguió, sorprendida por las maneras en las que iba a preparar un simple refresco - No… no era necesario.- respondió con una sonrisa entre agradecida y tímida. Dio un pequeño sorbo a la limonada antes de volver a dirigirse al hombre - ¿Puedo saber que está pasando por favor?-