10/11/2015, 21:33
—No, no, no... no me refería a si conoces a ese chico. Te preguntaba que de quién se trata, ¿quien es esa persona que sucumbe o sucumbió a la locura? ¿Alguien cercano?—
— ¿Qué? Claro que no... Que tonteria... No es nada, solo curiosidad — Juro trató de disimular, sin demasiado exito, cualquier signo de debilidad que pudiese dar a entender. No podía saber lo de su padre, claro que no. Una cosa era darle algo de confianza, y otra darle poder sobre él mismo.
Afortunadamente, la polémica se desató antes de que él tuviese que decir mucho más. Comenzó una discusión a dos bandas, entre la camarera del local, y el nuevo viajero. Juro solo pudo escuchar retazos de esa discusión, entre el alboroto de las personas que también se encontraban cerca suyo.
Que si no era perra, que si era una zorra, que si valía la pena. Muchas cosas que no llegó a entender del todo, hasta que llegó la clara verdad. Unos hombres rodearon al viajero siguiendo con sumisión a la camarera, quién después de todo, no parecía ser una camarera corriente.
Sin embargo, el tipo no se dejó armendrar. Se hizo oir ante todos, y dijo unas cuantas palabras, que Juro tampoco escuchó con demasiada atención. Hasta que sacó el lapiz. En ese momento, se formó un silencio sepulcral. Tanto, que todos pudieron oir esas últimas frases.
—¿Lo veis? No mentía, pues en esta vida sólo tengo mi palabra y mis cojones y no los rompo por nada. Así pues, ¿qué preferís? ¿Que me mate aquí mismo?. ¿O servirme mi comida y hacer como si nada de esto hubiese pasado? Pero ya os aviso que si elegís lo primero, no voy a limpiar el estropicio. Porque pienso sangrar como un cerdo
Juro dirigió una mirada de preocupación a Blame. Tenían que hacer algo, antes de que ocurriese una locura. Pero... ¿Cómo?
— Blame, se va a matar. No podemos escurrir el bulto — sentenció, con verdadera preocupación. No lo conocía de nada, pero igualmente, no iba a permitir algo así. Era un ninja, aunque no estuviese en su país.— Necesito que me ayudes, yo solo no podré. Por favor. A saber a cuantas personas habrá robado esa tía.
Y era cierto. No tenía ni idea de como o de que narices iba a hacer para ayudarle. Tenían que ganar tiempo, solamente un poco de tiempo... Entonces cayó en la cuenta de algo.
— Antes la camarera te tenía miedo, ¿Cierto? — le susurró a toda velocidad, para que nadie le oyese. Tenían mucha prisa, hacia escasos segundos que había pronunciado la amenaza — Con una pequeña distracción, podríamos hacer que ganase tiempo y que escapase. Llamamos su atención y nos largamos, estamos muy lejos para que nos pillen. No se me ocurre otra cosa...
Obviamente, necesitaba su ayuda. Él no podía llevar a cabo y no se le ocurría más. Tenían que actuar ya, o callar para siempre. Y Juro no pensaba callarse.
— ¿Qué? Claro que no... Que tonteria... No es nada, solo curiosidad — Juro trató de disimular, sin demasiado exito, cualquier signo de debilidad que pudiese dar a entender. No podía saber lo de su padre, claro que no. Una cosa era darle algo de confianza, y otra darle poder sobre él mismo.
Afortunadamente, la polémica se desató antes de que él tuviese que decir mucho más. Comenzó una discusión a dos bandas, entre la camarera del local, y el nuevo viajero. Juro solo pudo escuchar retazos de esa discusión, entre el alboroto de las personas que también se encontraban cerca suyo.
Que si no era perra, que si era una zorra, que si valía la pena. Muchas cosas que no llegó a entender del todo, hasta que llegó la clara verdad. Unos hombres rodearon al viajero siguiendo con sumisión a la camarera, quién después de todo, no parecía ser una camarera corriente.
Sin embargo, el tipo no se dejó armendrar. Se hizo oir ante todos, y dijo unas cuantas palabras, que Juro tampoco escuchó con demasiada atención. Hasta que sacó el lapiz. En ese momento, se formó un silencio sepulcral. Tanto, que todos pudieron oir esas últimas frases.
—¿Lo veis? No mentía, pues en esta vida sólo tengo mi palabra y mis cojones y no los rompo por nada. Así pues, ¿qué preferís? ¿Que me mate aquí mismo?. ¿O servirme mi comida y hacer como si nada de esto hubiese pasado? Pero ya os aviso que si elegís lo primero, no voy a limpiar el estropicio. Porque pienso sangrar como un cerdo
Juro dirigió una mirada de preocupación a Blame. Tenían que hacer algo, antes de que ocurriese una locura. Pero... ¿Cómo?
— Blame, se va a matar. No podemos escurrir el bulto — sentenció, con verdadera preocupación. No lo conocía de nada, pero igualmente, no iba a permitir algo así. Era un ninja, aunque no estuviese en su país.— Necesito que me ayudes, yo solo no podré. Por favor. A saber a cuantas personas habrá robado esa tía.
Y era cierto. No tenía ni idea de como o de que narices iba a hacer para ayudarle. Tenían que ganar tiempo, solamente un poco de tiempo... Entonces cayó en la cuenta de algo.
— Antes la camarera te tenía miedo, ¿Cierto? — le susurró a toda velocidad, para que nadie le oyese. Tenían mucha prisa, hacia escasos segundos que había pronunciado la amenaza — Con una pequeña distracción, podríamos hacer que ganase tiempo y que escapase. Llamamos su atención y nos largamos, estamos muy lejos para que nos pillen. No se me ocurre otra cosa...
Obviamente, necesitaba su ayuda. Él no podía llevar a cabo y no se le ocurría más. Tenían que actuar ya, o callar para siempre. Y Juro no pensaba callarse.