16/06/2019, 07:13
Era una tarde de verano, donde el cielo ya estaba anaranjado y las nubes rojas, despidiéndose a través del horizonte. Una silueta vestida con una yukata grisácea y un kasa de paja y bambú caminaba con una guitarra enfundada en la espalda y una pequeña mochila. Al igual que la primera vez que pisó aquellos lares, se encontraba tomando un desvío de regreso a su tierra natal. "Creo que fue una mala idea venir aquí de nuevo..." Se sentía un poco culpable, pues siempre pregonaba respaldar sus palabras con hechos. Y sin embargo, terminó faltando a su promesa.
"De todas formas, no es que me lo vaya a topar de nuevo aquí por una puta casualidad, ¿verdad? Eso sólo pasa en los cuentos" A decir verdad, los motivos fueron de fuerza mayor. Lo tenía muy en mente, pues bien es cierto que se recordó del de cabellos grisáceos durante el incidente. "Más no hay excusas para faltar a la palabra de honor." suspiró.
El resto de su camino de regreso a Amegakure había sido tranquilo, pues desde su encuentro con Ken no había tenido ningún altercado ni algo que llamara demasiado su atención. Estaba, un poco cansado. Pero no de forma física, sino más bien tenía estrés mental. "¿Qué estarán haciendo Kurozuchi, Ruzutori y Zōsei?" Suspiró de nuevo.
Si bien, el sitio se llamaba "Torre de Meditación" hace mucho se resignó a que aquel ejercicio no era para él.
"Tengo mis propios medios para despejar la mente." Subió a la torre más o menos hasta la zona media, donde ya casi no quedaba nadie debido a la tardía hora. Sin más, sacó su guitarra, pues desde su aventura en el Paraje del Bambú tenía una canción que le rondaba en la cabeza y sentía por ende la necesidad de plasmarla en acordes y versos. "¿Será correcto?" Cerró los ojos y empezó a rasgar las cuerdas, con su voz infantil pero entrenada, la canción fue audible desde la altura a los alrededores.
"De todas formas, no es que me lo vaya a topar de nuevo aquí por una puta casualidad, ¿verdad? Eso sólo pasa en los cuentos" A decir verdad, los motivos fueron de fuerza mayor. Lo tenía muy en mente, pues bien es cierto que se recordó del de cabellos grisáceos durante el incidente. "Más no hay excusas para faltar a la palabra de honor." suspiró.
El resto de su camino de regreso a Amegakure había sido tranquilo, pues desde su encuentro con Ken no había tenido ningún altercado ni algo que llamara demasiado su atención. Estaba, un poco cansado. Pero no de forma física, sino más bien tenía estrés mental. "¿Qué estarán haciendo Kurozuchi, Ruzutori y Zōsei?" Suspiró de nuevo.
Si bien, el sitio se llamaba "Torre de Meditación" hace mucho se resignó a que aquel ejercicio no era para él.
"Tengo mis propios medios para despejar la mente." Subió a la torre más o menos hasta la zona media, donde ya casi no quedaba nadie debido a la tardía hora. Sin más, sacó su guitarra, pues desde su aventura en el Paraje del Bambú tenía una canción que le rondaba en la cabeza y sentía por ende la necesidad de plasmarla en acordes y versos. "¿Será correcto?" Cerró los ojos y empezó a rasgar las cuerdas, con su voz infantil pero entrenada, la canción fue audible desde la altura a los alrededores.
¿Acaso ahora no queda más, del amor que olvidé?
Mi corazón refleja el fuego en mis manos...
En la tierra del loto verde, salpica el rojo y mancha la tierra
Este es el comienzo
Todo es rápidamente arrancado y destruido
Aspectos cómo la eternidad no reconocen que los sueños son limitados
Este es el Fin
Muéstrame un milagro, si es que existe
Lo había olvidado, los corazones de las personas son fríos
¿Este es el destino?
Esta noche brillante y cegadora, desaparece.
La verdad es que el odio es la única cosa que no me traiciona
Si tu luchas en las aguas del loto verde, serás destruido
Si esto se volviese realidad, yo quisiera demostrar mi amor, pero...
El fuego de estas manos, ¡me reduce a cenizas!
¡Oh Ave Calcinada!, incluso el humo inmortal
Es arrastrado, extinguido
El tiempo perdido no puede ser regresado...
¡Oh Ave Calcinada!, estas personas sospechosas
Mejillas teñidas de rojo
¿No sería bueno que desaparecieran?
Mi corazón refleja el fuego en mis manos...
En la tierra del loto verde, salpica el rojo y mancha la tierra
Este es el comienzo
Todo es rápidamente arrancado y destruido
Aspectos cómo la eternidad no reconocen que los sueños son limitados
Este es el Fin
Muéstrame un milagro, si es que existe
Lo había olvidado, los corazones de las personas son fríos
¿Este es el destino?
Esta noche brillante y cegadora, desaparece.
La verdad es que el odio es la única cosa que no me traiciona
Si tu luchas en las aguas del loto verde, serás destruido
Si esto se volviese realidad, yo quisiera demostrar mi amor, pero...
El fuego de estas manos, ¡me reduce a cenizas!
¡Oh Ave Calcinada!, incluso el humo inmortal
Es arrastrado, extinguido
El tiempo perdido no puede ser regresado...
¡Oh Ave Calcinada!, estas personas sospechosas
Mejillas teñidas de rojo
¿No sería bueno que desaparecieran?