16/06/2019, 10:55
(Última modificación: 16/06/2019, 10:56 por Uzumaki Eri.)
La morena pareció reconocerla sin apenas esfuerzo y eso hizo que la sonrisa de Eri se ensanchase, haciendo que sus mejillas adquirieran un tono rosado.
—¡Eri! —exclamó la kunoichi de Ame mientras se acercaba a ella—. ¡Qué sorpresa! ¿Qué haces aquí?
Pero antes de poder explicar la razón de su presencia en Minori y justo cerca del ferrocarril que se alzaba frente a ellas, una voz que le resultaba familiar llamó a las chicas, cada una por su apellido.
—Buenos días, Aotsuki-san. Uzumaki-san.
¡Menuda sorpresa! Llevaba mucho tiempo sin ver a Manase Mogura, ¿desde el rescate de la ardilla? ¿O puede que desde el examen de Chuunin? El tiempo volaba, pero los recuerdos se mantenían más o menos intactos.
Ayame expresó su sorpresa al pronunciar su nombre, y eso que eran de la misma villa. Eri no borró su sonrisa aunque en su voz si que se dio algo de sorpresa al verlo también allí.
—¡Buenos días, Manase-san! —exclamó justo tras la intervención de Ayame.
—No esperaba encontrarlas en este lugar.
Ayame parecía contenta tras el reencuentro, es más, sus palabras confirmaron que llevaba el mismo tiempo que ella sin ver al muchacho, por otra parte, tras exclamar todo aquello, se giró tanto a Ella como al chuunin de su villa y preguntó:
—¿Os... conocéis?
—Oh, sí, Manase-san y yo rescatamos a un ejemplar en peligro de ardilla de unos bandidos que querían venderla —explicó, luego se giró a Mogura—. ¿Qué tal has estado, Manase-san? Hacía mucho que no sabía nada de ti —cuestionó, y luego se volvió a Ayame—. ¡Ayame, tenemos que ponernos al día, han pasado muchas cosas!
Sin duda necesitaba más tiempo del que precisaba.
—Aunque... Bueno, yo estoy de misión aquí, no sé si es el momento indicado... —murmuró, algo avergonzada por dejarse llevar por la emoción del momento.
—¡Eri! —exclamó la kunoichi de Ame mientras se acercaba a ella—. ¡Qué sorpresa! ¿Qué haces aquí?
Pero antes de poder explicar la razón de su presencia en Minori y justo cerca del ferrocarril que se alzaba frente a ellas, una voz que le resultaba familiar llamó a las chicas, cada una por su apellido.
—Buenos días, Aotsuki-san. Uzumaki-san.
¡Menuda sorpresa! Llevaba mucho tiempo sin ver a Manase Mogura, ¿desde el rescate de la ardilla? ¿O puede que desde el examen de Chuunin? El tiempo volaba, pero los recuerdos se mantenían más o menos intactos.
Ayame expresó su sorpresa al pronunciar su nombre, y eso que eran de la misma villa. Eri no borró su sonrisa aunque en su voz si que se dio algo de sorpresa al verlo también allí.
—¡Buenos días, Manase-san! —exclamó justo tras la intervención de Ayame.
—No esperaba encontrarlas en este lugar.
Ayame parecía contenta tras el reencuentro, es más, sus palabras confirmaron que llevaba el mismo tiempo que ella sin ver al muchacho, por otra parte, tras exclamar todo aquello, se giró tanto a Ella como al chuunin de su villa y preguntó:
—¿Os... conocéis?
—Oh, sí, Manase-san y yo rescatamos a un ejemplar en peligro de ardilla de unos bandidos que querían venderla —explicó, luego se giró a Mogura—. ¿Qué tal has estado, Manase-san? Hacía mucho que no sabía nada de ti —cuestionó, y luego se volvió a Ayame—. ¡Ayame, tenemos que ponernos al día, han pasado muchas cosas!
Sin duda necesitaba más tiempo del que precisaba.
—Aunque... Bueno, yo estoy de misión aquí, no sé si es el momento indicado... —murmuró, algo avergonzada por dejarse llevar por la emoción del momento.