20/06/2019, 10:52
Y como el destino no dejaba de ser caprichoso, los tres shinobi allí presentes fueron destinados a Minori con el fin de cumplimentar una misión.
—¡Oh! ¿Ustedes son los shinobi asignados a la seguridad del ferrocarril? —Eri se llevó una mano instintivamente a su cabellera, comparándola con la de aquel señor—. ¿Puedo ver vuestros... eh...?
Ayame no tardó en sacar un pergamino, indicio claro de que ella también estaba de misión. Eri no tardó en rebuscar entre sus pertenencias hasta dar con un pergamino exactamente igual que el que había sacado la morena, solo que este tenía un sello de cera donde estaba el símbolo del Remolino.
—¡Sí, eso es!
—Aquí tiene —nada más mencionar esas palabras, la kunoichi de cabellos rojizos tendió su pergamino al chico cuando éste ya hubiera cogido el papel de Ayame. Luego miró de reojo a Mogura.
Al parecer su misión no era solitaria después de todo.
—¡Oh! ¿Ustedes son los shinobi asignados a la seguridad del ferrocarril? —Eri se llevó una mano instintivamente a su cabellera, comparándola con la de aquel señor—. ¿Puedo ver vuestros... eh...?
Ayame no tardó en sacar un pergamino, indicio claro de que ella también estaba de misión. Eri no tardó en rebuscar entre sus pertenencias hasta dar con un pergamino exactamente igual que el que había sacado la morena, solo que este tenía un sello de cera donde estaba el símbolo del Remolino.
—¡Sí, eso es!
—Aquí tiene —nada más mencionar esas palabras, la kunoichi de cabellos rojizos tendió su pergamino al chico cuando éste ya hubiera cogido el papel de Ayame. Luego miró de reojo a Mogura.
Al parecer su misión no era solitaria después de todo.