20/06/2019, 20:18
Geki había podido observar cómo Kazuma se movía un poco desorientado en el lugar y decidió acercarse hacia él. Caminó entre la gente cuidadosamente esquivando a las personas, estas parecían objetos que se movían de un lugar a otro sin prestar mucha atención a su al rededor. Una mujer apurada por el poco tiempo que faltaba para que partiera el tren, apareció de la nada y casi choca al genin con su carrito cargado de valijas. La señora lo miró con sorpresa y después con rabia.
—¡Fíjate por dónde vas! — Le escupió a secas. Mientras que el chico se quedó estupefacto casi sin poderle contestar.
Al liberarse de ese mal segundo, continuó la ruta acortando distancia con el kusajín. En realidad al pelo blanco no lo conocía de nada, algunas veces habían compartido algunos lugares y situaciones en común, era algo normal en poblados pequeños. Pero ver una cara conocida entre tanta gente le hacia sentir muchisimo más cómodo. El Senju también era uno de los genins afortunados qué, gracias a sus misiones exitosas habían sido premiado para uno de los viajes inaugurales del tren y aunque no tenía mucha motivación para hacer el recorrido al fin de cuentas se animó.
Cuando estuvo a unos pasos del poeta apoyó su mano sobre el hombro del otro.
—Es por allá — Indicó señalando una de las puertas del tren más cercanas. Pero no se detuvo a mantener una charla, tras una guiñada continuó el camino hacia la puerta. Ya algunas personas con traje empezaban a apurar a los demás haciendo sonar una campana, quedaba poco tiempo para salir.
Al entrar Geki ojeó el vagón, estaba todo muy limpio y bien pintando, algunas personas aún estaban acomodándose y paradas en el pasillo guardando sus equipajes en los compartimientos del techo, los cuales no eran de gran tamaño, pero era ideal para bolsos de mano. Quizá la mochila del Senju podría caber perfectamente en un lugar de esos, pero primero tenía que encontrar su asiento.
Se acercó a uno de los hombres entrajados de la locomotora, este daba indicaciones a los demás pasajeros y acompañaba alguno más distraído que otro a sus asientos respectivos, por lo que no tuvo problema en enseñarle al muchacho su lugar.
—Al fín — Suspiró luego de quitarse la mochila y ponerla en el asiento continuo. Por fortuna le había tocado el lugar de la ventana, ¡Qué suerte! Ahora iba a poder apreciar los paisajes del viaje.
—¡Fíjate por dónde vas! — Le escupió a secas. Mientras que el chico se quedó estupefacto casi sin poderle contestar.
Al liberarse de ese mal segundo, continuó la ruta acortando distancia con el kusajín. En realidad al pelo blanco no lo conocía de nada, algunas veces habían compartido algunos lugares y situaciones en común, era algo normal en poblados pequeños. Pero ver una cara conocida entre tanta gente le hacia sentir muchisimo más cómodo. El Senju también era uno de los genins afortunados qué, gracias a sus misiones exitosas habían sido premiado para uno de los viajes inaugurales del tren y aunque no tenía mucha motivación para hacer el recorrido al fin de cuentas se animó.
Cuando estuvo a unos pasos del poeta apoyó su mano sobre el hombro del otro.
—Es por allá — Indicó señalando una de las puertas del tren más cercanas. Pero no se detuvo a mantener una charla, tras una guiñada continuó el camino hacia la puerta. Ya algunas personas con traje empezaban a apurar a los demás haciendo sonar una campana, quedaba poco tiempo para salir.
Al entrar Geki ojeó el vagón, estaba todo muy limpio y bien pintando, algunas personas aún estaban acomodándose y paradas en el pasillo guardando sus equipajes en los compartimientos del techo, los cuales no eran de gran tamaño, pero era ideal para bolsos de mano. Quizá la mochila del Senju podría caber perfectamente en un lugar de esos, pero primero tenía que encontrar su asiento.
Se acercó a uno de los hombres entrajados de la locomotora, este daba indicaciones a los demás pasajeros y acompañaba alguno más distraído que otro a sus asientos respectivos, por lo que no tuvo problema en enseñarle al muchacho su lugar.
—Al fín — Suspiró luego de quitarse la mochila y ponerla en el asiento continuo. Por fortuna le había tocado el lugar de la ventana, ¡Qué suerte! Ahora iba a poder apreciar los paisajes del viaje.