20/06/2019, 22:54
—¡Oh! ¡E-espero que le... Le hayan dejado una... Ahm... Buena impresión!
Ayame asintió varias veces, con una sonrisa en los labios: Yota era al que más conocía de los shinobi de Kusagakure y, pese a que en muchas ocasiones podía pasarse de radical o de malhablado, era un buen chico; a Daigo no le conocía demasiado, pero había intentado salvarla de las garras de Kuroyuki; a Juro tampoco lo conocía demasiado, pero compartía su mismo destino como jinchuuriki; y Taeko...
—N-no, lo siento, yo… —continuaba balbuceando Ranko, en relación a la pregunta sobre la kunoichi muda.
Ayame hundió los hombros con un súbito abatimiento.
—Vaya... hace mucho que no sé de ella, espero que esté b...
—E-espere… Creo… Creo que hu-hubo alguien así en la clase de… de mi hermana. ¿Recuerda su nombre, Aotsuki-san?
Ayame volvió a levantar la cabeza rápidamente, su corazón latiendo con renovada intensidad. Abrió y cerró la boca varias veces, mientras forzaba a su cerebro a hacer memoria. Después de todo, ya había pasado más de un año y medio desde la última vez que había visto a aquella muchacha. Y en aquella ocasión, en la terraza del edificio del Morikage, ni siquiera tuvieron la ocasión de hablar. Y ella era un verdadero desastre a la hora de recordar nombres. Angustiada, abrió y cerró varias veces los puños y respiró hondo varias veces.
—Ha... hace mucho que no la veo... —se excusó, acongojada—. Su... su nombre... —«Da... Dae... No, Daigo no es ella... Empezaba por Ta... ¡Maldita sea, eres tonta, tonta, tonta!»—. Ta... ¿Taiko...?
Ayame asintió varias veces, con una sonrisa en los labios: Yota era al que más conocía de los shinobi de Kusagakure y, pese a que en muchas ocasiones podía pasarse de radical o de malhablado, era un buen chico; a Daigo no le conocía demasiado, pero había intentado salvarla de las garras de Kuroyuki; a Juro tampoco lo conocía demasiado, pero compartía su mismo destino como jinchuuriki; y Taeko...
—N-no, lo siento, yo… —continuaba balbuceando Ranko, en relación a la pregunta sobre la kunoichi muda.
Ayame hundió los hombros con un súbito abatimiento.
—Vaya... hace mucho que no sé de ella, espero que esté b...
—E-espere… Creo… Creo que hu-hubo alguien así en la clase de… de mi hermana. ¿Recuerda su nombre, Aotsuki-san?
Ayame volvió a levantar la cabeza rápidamente, su corazón latiendo con renovada intensidad. Abrió y cerró la boca varias veces, mientras forzaba a su cerebro a hacer memoria. Después de todo, ya había pasado más de un año y medio desde la última vez que había visto a aquella muchacha. Y en aquella ocasión, en la terraza del edificio del Morikage, ni siquiera tuvieron la ocasión de hablar. Y ella era un verdadero desastre a la hora de recordar nombres. Angustiada, abrió y cerró varias veces los puños y respiró hondo varias veces.
—Ha... hace mucho que no la veo... —se excusó, acongojada—. Su... su nombre... —«Da... Dae... No, Daigo no es ella... Empezaba por Ta... ¡Maldita sea, eres tonta, tonta, tonta!»—. Ta... ¿Taiko...?