28/06/2019, 04:52
Aquella persona, Taeko, parecía ser una buena chica, hasta el punto de hacer que una Amejin se sintiera así de interesada en ella. Ayame le preguntó a Ranko sobre aquella ninja amante de la caligrafía. La de la trenza se quedó sin palabras por unos segundos, sin poder formar más sonido que un balbuceo.
—N-n-no. Y-yo no la conozco… Fue m-mi hermana, Kuumi. —dijo. Se ponía nerviosa de ser la intermediaria entre Ayame y los recuerdos de Taeko.
Cerró los ojos, intentando concentrarse en lo último que tuviese en su memoria. ¿Cuándo fue la última vez que su hermana había mencionado a la chica de poderes magnéticos? Se imaginó sentada en el jardín de la familia Sagisō, con un álbum de fotos en su regazo. Buscaba entre las páginas aquellas imágenes donde apareciera una chica linda de cabellos blancos plateados. O alguna mención de ella. La memoria de Ranko no era la mejor, pero tampoco era demasiado mala. Además, le había interesado cómo una chica sin habla pudiese comunicarse más que ella misma.
Palabras volaron por su mente, como las páginas del álbum, hasta que una escena se materializó frente a sus ojos.
Su padre gustaba de ensalzar a la aldea, en especial a la familia Sagisō y a otros clanes "nobles". A su vez, se mostraba compasivo (ante sus ojos, solamente) para con los menos favorecidos, como el chico que trajeron del triste pueblo de Hanamura, Kazuma.
Ranko abrió los ojos.
Sagisō Kizaemon era… pues… muy chismoso.
—También… también su madre… —susurró Ranko. Ahora estaba allí, cerca de Yachi, con una kunoichi de Amegakure, enfrente. Parpadeó algunas veces, intentando transmitir lo que había visto en su recuerdo —. M-mi padre… Mi padre a veces se interesa en… ahm… otras familias. Y… y una vez comentó que… que la madre de Taeko ya no se encontraba en la Aldea… Y mi hermana no recuerda ha-haberla visto. Recientemente. Bueno, cuando dijeron eso fue… —Intentó recordar la fecha en la que esa conversación tuvo lugar —. Ha… hace casi un año…
Suspiró con pesadez. Posiblemente Ayame esperaba que le compartiese buenas nuevas de su antigua amiga, pero solo le daba un mensaje vacío.
¿Qué sentiría yo si… si me enterara que, por ejemplo, Mei-san no ha sido vista por un largo tiempo? ¿Me preocuparía? ¿O acaso insistiría en que está bien?"
—Lo siento.
—N-n-no. Y-yo no la conozco… Fue m-mi hermana, Kuumi. —dijo. Se ponía nerviosa de ser la intermediaria entre Ayame y los recuerdos de Taeko.
Cerró los ojos, intentando concentrarse en lo último que tuviese en su memoria. ¿Cuándo fue la última vez que su hermana había mencionado a la chica de poderes magnéticos? Se imaginó sentada en el jardín de la familia Sagisō, con un álbum de fotos en su regazo. Buscaba entre las páginas aquellas imágenes donde apareciera una chica linda de cabellos blancos plateados. O alguna mención de ella. La memoria de Ranko no era la mejor, pero tampoco era demasiado mala. Además, le había interesado cómo una chica sin habla pudiese comunicarse más que ella misma.
Palabras volaron por su mente, como las páginas del álbum, hasta que una escena se materializó frente a sus ojos.
"...y las Kikazura, pobres almas, llegaron hace tiempo ya. ¿Han sabido de ellas? ¡Eran testigos…! No, ¡Pruebas vivientes de la nobleza y merced de Kusagakure!"
Su padre gustaba de ensalzar a la aldea, en especial a la familia Sagisō y a otros clanes "nobles". A su vez, se mostraba compasivo (ante sus ojos, solamente) para con los menos favorecidos, como el chico que trajeron del triste pueblo de Hanamura, Kazuma.
Ranko abrió los ojos.
"¿Kuu-chan? ¿Acaso no estaba en tu clase?"
"Desde que nos graduamos no veo a diario a mis excompañeros, padre. No me culpes. Aunque… Es verdad que no la veo desde hace un buen rato. ¿Dónde estará?"
"T-tal vez está en una misión muy larga…"
"Oh, que los Dioses las amparen, entonces. ¡Pobres! La madre, sumamente enferma. La hija, muda. ¡Tendrían futuro en la Aldea, si se hubieran quedado!"
"Desde que nos graduamos no veo a diario a mis excompañeros, padre. No me culpes. Aunque… Es verdad que no la veo desde hace un buen rato. ¿Dónde estará?"
"T-tal vez está en una misión muy larga…"
"Oh, que los Dioses las amparen, entonces. ¡Pobres! La madre, sumamente enferma. La hija, muda. ¡Tendrían futuro en la Aldea, si se hubieran quedado!"
Sagisō Kizaemon era… pues… muy chismoso.
"Espera, padre, ¿dices que..?"
—También… también su madre… —susurró Ranko. Ahora estaba allí, cerca de Yachi, con una kunoichi de Amegakure, enfrente. Parpadeó algunas veces, intentando transmitir lo que había visto en su recuerdo —. M-mi padre… Mi padre a veces se interesa en… ahm… otras familias. Y… y una vez comentó que… que la madre de Taeko ya no se encontraba en la Aldea… Y mi hermana no recuerda ha-haberla visto. Recientemente. Bueno, cuando dijeron eso fue… —Intentó recordar la fecha en la que esa conversación tuvo lugar —. Ha… hace casi un año…
Suspiró con pesadez. Posiblemente Ayame esperaba que le compartiese buenas nuevas de su antigua amiga, pero solo le daba un mensaje vacío.
¿Qué sentiría yo si… si me enterara que, por ejemplo, Mei-san no ha sido vista por un largo tiempo? ¿Me preocuparía? ¿O acaso insistiría en que está bien?"
—Lo siento.
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