15/11/2015, 23:46
Juro no parecía dispuesto a escupir una sola palabra. Fuera por recelo o por mero temor a dar demasiada información a un desconocido, ni dios iba a sacarle una palabra al respecto. Una lástima, aunque tampoco es que fuese el mejor de los actores, no supo para nada recortar la realidad con unas precisas tijeras de mentiras.
— Claro, curiosidad... — Ancló a sus palabras con propósito de terminar la charla.
Pese a que la diversión parecía estar acabándose, la realidad distaba de ello. La conversación no iba tan fluida como antes, pero ésto lo terminó de arreglar la camarera. La muchacha se había dispuesto como una auténtica secuestradora, o capo de la mafia. Había tomado la decisión de tomar al recién llegado a la fuerza, y éste pareció intentar defenderse de la manera mas abrumadora, poniendo su vida en la balanza de precios. El negocio quizás se le iba al traste a la muchacha, pero quizás simplemente se estaba jactando de la insolencia del extranjero... o quizás no.
Entre tanto, Blame le inquirió al de Uzu su actuación. Éste contestó con algo que no terminó de agradar al albino, usar el miedo de la chica hacia él para hacer de cebo o distracción, y que así el chico se librase del jaleo. ¿En qué lugar lo dejaba eso? Además, también podía ser que la chica no le temiese, que simplemente lo hubiese visto con desdén dado que a él no parecía podersele sacar demasiado dinero.
— Hey! hey! hey! Te equivocas en algo... Juro. — Interrumpió el Senju. — Yo no salvo vidas, las quito. ¿Crees que vale la pena quitar la vida a todas esas personas, o dejamos que el chico se mate? ¿Una vida u ocho, qué decides? —
La muchacha por su parte parecía haber tomado una decisión. En un principio dudo, claramente se asustó un poco, pero la duda se le fue drásticamente. En su rostro se delineó una sonrisa de lo mas dantesca, haciendo alague a su pensamiento.
— ¿Acaso te crees que vas a volver a casa después de que cobremos el dinero? —
La mujer no dudó en revelar la cruda realidad, no pensaban dejarlo escapar con vida tras el secuestro. Éste hecho tampoco era tan extraño, si lo dejaban ir, nadie les aseguraba que volviese por venganza o algo similar.
Los hombres cerraron bastante mas el cerco, rodeándolo de manera que para escapar tendría que como mínimo dar un buen empujón. Por otro lado, los hombres no parecían demasiado endebles, escapar de ahí por las buenas se veía como una misión imposible...
— Claro, curiosidad... — Ancló a sus palabras con propósito de terminar la charla.
Pese a que la diversión parecía estar acabándose, la realidad distaba de ello. La conversación no iba tan fluida como antes, pero ésto lo terminó de arreglar la camarera. La muchacha se había dispuesto como una auténtica secuestradora, o capo de la mafia. Había tomado la decisión de tomar al recién llegado a la fuerza, y éste pareció intentar defenderse de la manera mas abrumadora, poniendo su vida en la balanza de precios. El negocio quizás se le iba al traste a la muchacha, pero quizás simplemente se estaba jactando de la insolencia del extranjero... o quizás no.
Entre tanto, Blame le inquirió al de Uzu su actuación. Éste contestó con algo que no terminó de agradar al albino, usar el miedo de la chica hacia él para hacer de cebo o distracción, y que así el chico se librase del jaleo. ¿En qué lugar lo dejaba eso? Además, también podía ser que la chica no le temiese, que simplemente lo hubiese visto con desdén dado que a él no parecía podersele sacar demasiado dinero.
— Hey! hey! hey! Te equivocas en algo... Juro. — Interrumpió el Senju. — Yo no salvo vidas, las quito. ¿Crees que vale la pena quitar la vida a todas esas personas, o dejamos que el chico se mate? ¿Una vida u ocho, qué decides? —
La muchacha por su parte parecía haber tomado una decisión. En un principio dudo, claramente se asustó un poco, pero la duda se le fue drásticamente. En su rostro se delineó una sonrisa de lo mas dantesca, haciendo alague a su pensamiento.
— ¿Acaso te crees que vas a volver a casa después de que cobremos el dinero? —
La mujer no dudó en revelar la cruda realidad, no pensaban dejarlo escapar con vida tras el secuestro. Éste hecho tampoco era tan extraño, si lo dejaban ir, nadie les aseguraba que volviese por venganza o algo similar.
Los hombres cerraron bastante mas el cerco, rodeándolo de manera que para escapar tendría que como mínimo dar un buen empujón. Por otro lado, los hombres no parecían demasiado endebles, escapar de ahí por las buenas se veía como una misión imposible...