26/07/2019, 22:53
Ranko se lo pensó durante varios largos segundos, y Ayame la dejó meditar en silencio mientras curioseaba a su alrededor. Poco después, en el momento en el que dos niños pasaron junto a ellas corriendo, fue cuando habló:
—Creo —habló con lentitud—, que es… estaría bien buscar un lugar. Primero. L-luego puedo acompañar a Aotsuki-san a comprar calabazas. S-si ella quiere, claro...
—¡Claro! —respondió Ayame, sonriente—. Por cierto, puedes tomarte más confianzas conmigo, no tienes por qué hablarme tan formal —añadió, antes de señalar una calle empedrada que se abría a su derecha y que ascendía cuesta arriba—. Ven por aquí, si no recuerdo mal debería haber una posada bastante cómoda al final de esta calle.
—Creo —habló con lentitud—, que es… estaría bien buscar un lugar. Primero. L-luego puedo acompañar a Aotsuki-san a comprar calabazas. S-si ella quiere, claro...
—¡Claro! —respondió Ayame, sonriente—. Por cierto, puedes tomarte más confianzas conmigo, no tienes por qué hablarme tan formal —añadió, antes de señalar una calle empedrada que se abría a su derecha y que ascendía cuesta arriba—. Ven por aquí, si no recuerdo mal debería haber una posada bastante cómoda al final de esta calle.