29/07/2019, 03:59
El Yotsuki estaba pendiente a la espera del mesero, ojeando mientras tanto el menú. "¿Ravioli? ¿Prosciutto?" Ahora entendía un poco a las personas que se quedaban con cara de tontos cuando él hablaba en un idioma que no entendían. "Mierda, que ni siquiera está cerca el puto camarero para que me explique que demonios es cada cosa, que si pido algo sin saber que es terminaré indigestándome." Bufó. "Para ser un supuesto sitio de lujo, la atención al cliente no es muy buena." Se sintió molesto por la tardanza.
Fue entonces que a través de los cristales negros de sus gafas una imagen familiar se le hizo presente, que menos mal no comió antes o terminaría con agruras. "NO WAY!" No tardó en reconocer aquel extraño look de huesos y calaveras. Además de que las ropas de la muchacha eran un tanto más reveladoras de lo que recordaba haber visto en Tanzaku Gai. "Es un jodido Déjà vu. Justo aquí, en otra lejana capital en otro jodido restaurante. ¿Pero por qué está en este sitio?" No creía que fuese demasiada casualidad, pero tampoco tenía nada que pudiera asociarla al crimen de la vez anterior.
El Yotsuki no era de sutilezas. Aún estaba ardido por no poder ayudar con el incidente del casino, aunque en parte culpaba a la chica porque según él ella en su egoísmo no quiso trabajar en equipo y todo terminó yéndose al caño. Es así, que quería dejar las cosas claras.
No dudó en levantarse de su asiento con una sonrisa malévola. Él portaba un atuendo muy distinto a cuando se conocieron la primera vez, pero si ella no se acordaba, se lo iba a rememorar a las malas.
Con la carta en mano, caminó con pasos fuertes hasta plantarse delante de ella. Su lenguaje corporal decía que estaba calmado, pero lo cierto es que estaba muy alerta. Normalmente no era tan patán, pero cómo dice el dicho, "hasta para caer mal hay que saber". Era consciente de que si la provocaba iba a poder reaccionar agresiva, además de que ella misma le confesó la última vez ser una kunoichi. Oh, pero esa vez si tenía muchas ganas de ser el malo de la película. Lo mejor, es que no tenía que hacer nada especial; bastaba con ser él mismo.
—Hooola, Pechuguita~ Canturreó coqueto, aunque de todas formas no recordaba su nombre. "Creo que ni siquiera nos presentamos el uno al otro." —¿Necesitas una de estas?— Apoyaría su brazo izquierdo en la mesa, dejando caer parte de su peso hacia ese mismo lado mientras alzaba el menú con la derecha, sacudiéndolo para que Mei lo viese mientras él mantenía enseñando su pícara dentadura. —¿O vas a hacerte la difícil cómo la última vez?— Remató con brutal honestidad.
Fue entonces que a través de los cristales negros de sus gafas una imagen familiar se le hizo presente, que menos mal no comió antes o terminaría con agruras. "NO WAY!" No tardó en reconocer aquel extraño look de huesos y calaveras. Además de que las ropas de la muchacha eran un tanto más reveladoras de lo que recordaba haber visto en Tanzaku Gai. "Es un jodido Déjà vu. Justo aquí, en otra lejana capital en otro jodido restaurante. ¿Pero por qué está en este sitio?" No creía que fuese demasiada casualidad, pero tampoco tenía nada que pudiera asociarla al crimen de la vez anterior.
El Yotsuki no era de sutilezas. Aún estaba ardido por no poder ayudar con el incidente del casino, aunque en parte culpaba a la chica porque según él ella en su egoísmo no quiso trabajar en equipo y todo terminó yéndose al caño. Es así, que quería dejar las cosas claras.
No dudó en levantarse de su asiento con una sonrisa malévola. Él portaba un atuendo muy distinto a cuando se conocieron la primera vez, pero si ella no se acordaba, se lo iba a rememorar a las malas.
Con la carta en mano, caminó con pasos fuertes hasta plantarse delante de ella. Su lenguaje corporal decía que estaba calmado, pero lo cierto es que estaba muy alerta. Normalmente no era tan patán, pero cómo dice el dicho, "hasta para caer mal hay que saber". Era consciente de que si la provocaba iba a poder reaccionar agresiva, además de que ella misma le confesó la última vez ser una kunoichi. Oh, pero esa vez si tenía muchas ganas de ser el malo de la película. Lo mejor, es que no tenía que hacer nada especial; bastaba con ser él mismo.
—Hooola, Pechuguita~ Canturreó coqueto, aunque de todas formas no recordaba su nombre. "Creo que ni siquiera nos presentamos el uno al otro." —¿Necesitas una de estas?— Apoyaría su brazo izquierdo en la mesa, dejando caer parte de su peso hacia ese mismo lado mientras alzaba el menú con la derecha, sacudiéndolo para que Mei lo viese mientras él mantenía enseñando su pícara dentadura. —¿O vas a hacerte la difícil cómo la última vez?— Remató con brutal honestidad.