En efecto, algunos transeúntes salieron huyendo mientras otros se acercaban tímidamente a la escena. Incluso un par de guardias de seguridad del restaurante y un mesero acudieron de inmediato ante los gritos ocurridos en las afueras del sitio.
Y sin embargo, Rōga no perdía la sonrisa mientras se encogía de hombros. Quizá lo único molesto es que ahora se acababa de fichar una malísima referencia en ese sector. "Bueno, algo habré de encontrar en el distrito bajo. De todas formas por aquí es muy caro." Menos mal no era muy exigente.
—¿No dijiste la última vez que podías defenderte sola? Al final sólo sirves para llorar— observó de reojo a los trabajadores que se acercaron.
El mesero de inmediato corrió hasta Mei para socorrerla.
—¡Señorita! ¿Está usted bien?— Intentaría ayudarla a mantenerse en pie. —¡No lo dejen ir!— ordenó rápidamente.
Dos guardias altos y musculosos intentaron flanquearlo por cada lateral, a una distancia de tres metros cada uno, dispuestos a lanzarse en cualquier momento.
—Que quede claro que yo no golpearía a una civil inocente. Y no me intentes negar ahora que no eres shinobi, porque si no fueras ninja ni siquiera estarías consciente— observaba a los guardias de seguridad que se acercaban al sitio.
Sin embargo, el no parecía afectado en lo más mínimo. Estaba igual de tranquilo y sonriendo en su regocijo de verla acorralada.
—Así que vas a recurrir a involucrar extraños... Pero no tengo ganas de perder el tiempo— le guiñó el ojo y le tiró un beso.
Los guardias arremetieron contra él, pero este simplemente saltó dos veces hacia atrás, dos metros con cada salto. Igual, tenía las de perder si intentaba dialogar. "Media vez esté buenorra todos le harán ojitos." Suspiró.
—¿¡Qué pasó aquí!?— dijo alarmado el trabajador. —Hay una clínica cercana para que la traten, no se preocupe— dijo condescendiente.
Y sin embargo, Rōga no perdía la sonrisa mientras se encogía de hombros. Quizá lo único molesto es que ahora se acababa de fichar una malísima referencia en ese sector. "Bueno, algo habré de encontrar en el distrito bajo. De todas formas por aquí es muy caro." Menos mal no era muy exigente.
—¿No dijiste la última vez que podías defenderte sola? Al final sólo sirves para llorar— observó de reojo a los trabajadores que se acercaron.
El mesero de inmediato corrió hasta Mei para socorrerla.
—¡Señorita! ¿Está usted bien?— Intentaría ayudarla a mantenerse en pie. —¡No lo dejen ir!— ordenó rápidamente.
Dos guardias altos y musculosos intentaron flanquearlo por cada lateral, a una distancia de tres metros cada uno, dispuestos a lanzarse en cualquier momento.
—Que quede claro que yo no golpearía a una civil inocente. Y no me intentes negar ahora que no eres shinobi, porque si no fueras ninja ni siquiera estarías consciente— observaba a los guardias de seguridad que se acercaban al sitio.
Sin embargo, el no parecía afectado en lo más mínimo. Estaba igual de tranquilo y sonriendo en su regocijo de verla acorralada.
—Así que vas a recurrir a involucrar extraños... Pero no tengo ganas de perder el tiempo— le guiñó el ojo y le tiró un beso.
Los guardias arremetieron contra él, pero este simplemente saltó dos veces hacia atrás, dos metros con cada salto. Igual, tenía las de perder si intentaba dialogar. "Media vez esté buenorra todos le harán ojitos." Suspiró.
—¿¡Qué pasó aquí!?— dijo alarmado el trabajador. —Hay una clínica cercana para que la traten, no se preocupe— dijo condescendiente.