6/08/2019, 00:57
Pese a los griteríos de chica, al muchacho de la lluvia se le entraba por un oído y se le salía por el otro, con una cara de póquer ante las alegatas de la muchacha que se hacía la víctima y la digna, probablemente confiada de que al tener a una superior de su propia aldea tenía asegurada la razón en la discusión. "¿En serio tiene la sinvergüenza de hablarme así?" La observó de arriba a abajo.
—Ajá. ¿Al verme la placa no se te ocurrió decírmelo tú misma?— "Pues parece que no, porque en su lugar quisiste mentir y te pusiste a fingir ser una civil que no sabía nada e involucraste a los cercanos para escudarte tras ellos." No lo dijo, pero lo pensó. No quería echar más leña al fuego en todo aquel malentendido.
Fue entonces que la mujer se presentó y también lo hizo por la muchacha. "Wait, tienen el mismo apellido. ¿Serán familiares? Quizá la madre o la tía, o quizá sólo una sensei de su mismo clan." Aquello cambiaba un poco la siatuación, pues notaba cómo la chica de Uzushio aguardaba con sumo respeto hacia la de cabellos azabache. Sin embargo, en cuanto le preguntaron su nombre, el interruptor se activó. No importaba que fuese una situación jodidamente seria, era superior a él, un instinto tan primitivo cómo la libido o el hambre. Se puso de pie y se irguió recto, cruzó el pie derecho detrás de su pierna izquierda, sosteniéndolo sólo con la punta de los dedos. Con la mano zurda tomó la esquina inferior de la chaqueta y la alzó delante de sí con aire gallardo mientras extendía el brazo diestro en horizontal con la palma apuntando hacia arriba. Manteniendo aún la seria expresión y su filosa mirada, pronunció su nombre.
—King Rōga— Completó con expresión estoica para luego recuperar una postura más normal.
Ante la presencia de la mujer, el resto de los curiosos se dispersaron de la escena, aunque no sin cuchichear sobre lo sucedido.
—Fue un malentendido por ambos lados, pues procedí acorde a mis sospechas. Créame que no intentaría provocar un incidente entre integrantes de la alianza—. Él fue el primero en cerrar la boca para no causar problemas entre las aldeas durante el incidente en el País del Viento, que si bien la injuria por el otro lado fue mayor, también conocía muy buenas personas en la Espiral, así que estaba curado de espantos con eso.
Fue entonces que la otra genin hizo un ademán de hacer las paces, aunque no de forma sincera. No se inmutó en lo más mínimo y la observó.
Él vio odio en sus ojos, vio insatisfacción en su rostro. Fue entonces que se recordó de la vez que se disgustó con Daruu cuando le acusó de ser un traidor, pero que al final lograron entenderse mutuamente. Pensó entonces, que si aceptaba darle la mano en ese preciso instante, no sería algo genuino de corazón de parte de ninguno de los dos. A él no le gustaba ser deshonesto, por lo que si quería una reconciliación de verdad tenía que tragarse el orgullo.
Fue así que no correspondió el apretón. En su lugar, se agachó de rodillas, manos al suelo y con la frente en el piso. Odiaba siempre las normas de conducta, pero sabía que la reverencia dogeza era la única manera de mostrar que en verdad estaba arrepentido.
—Por el honor que mantengo como shinobi de la lluvia, lamento la ofensa cometida, Aburame— Se mantuvo de cara al suelo, pronunciando aquello solemnemente.
—Ajá. ¿Al verme la placa no se te ocurrió decírmelo tú misma?— "Pues parece que no, porque en su lugar quisiste mentir y te pusiste a fingir ser una civil que no sabía nada e involucraste a los cercanos para escudarte tras ellos." No lo dijo, pero lo pensó. No quería echar más leña al fuego en todo aquel malentendido.
Fue entonces que la mujer se presentó y también lo hizo por la muchacha. "Wait, tienen el mismo apellido. ¿Serán familiares? Quizá la madre o la tía, o quizá sólo una sensei de su mismo clan." Aquello cambiaba un poco la siatuación, pues notaba cómo la chica de Uzushio aguardaba con sumo respeto hacia la de cabellos azabache. Sin embargo, en cuanto le preguntaron su nombre, el interruptor se activó. No importaba que fuese una situación jodidamente seria, era superior a él, un instinto tan primitivo cómo la libido o el hambre. Se puso de pie y se irguió recto, cruzó el pie derecho detrás de su pierna izquierda, sosteniéndolo sólo con la punta de los dedos. Con la mano zurda tomó la esquina inferior de la chaqueta y la alzó delante de sí con aire gallardo mientras extendía el brazo diestro en horizontal con la palma apuntando hacia arriba. Manteniendo aún la seria expresión y su filosa mirada, pronunció su nombre.
—King Rōga— Completó con expresión estoica para luego recuperar una postura más normal.
Ante la presencia de la mujer, el resto de los curiosos se dispersaron de la escena, aunque no sin cuchichear sobre lo sucedido.
—Fue un malentendido por ambos lados, pues procedí acorde a mis sospechas. Créame que no intentaría provocar un incidente entre integrantes de la alianza—. Él fue el primero en cerrar la boca para no causar problemas entre las aldeas durante el incidente en el País del Viento, que si bien la injuria por el otro lado fue mayor, también conocía muy buenas personas en la Espiral, así que estaba curado de espantos con eso.
Fue entonces que la otra genin hizo un ademán de hacer las paces, aunque no de forma sincera. No se inmutó en lo más mínimo y la observó.
Él vio odio en sus ojos, vio insatisfacción en su rostro. Fue entonces que se recordó de la vez que se disgustó con Daruu cuando le acusó de ser un traidor, pero que al final lograron entenderse mutuamente. Pensó entonces, que si aceptaba darle la mano en ese preciso instante, no sería algo genuino de corazón de parte de ninguno de los dos. A él no le gustaba ser deshonesto, por lo que si quería una reconciliación de verdad tenía que tragarse el orgullo.
Fue así que no correspondió el apretón. En su lugar, se agachó de rodillas, manos al suelo y con la frente en el piso. Odiaba siempre las normas de conducta, pero sabía que la reverencia dogeza era la única manera de mostrar que en verdad estaba arrepentido.
—Por el honor que mantengo como shinobi de la lluvia, lamento la ofensa cometida, Aburame— Se mantuvo de cara al suelo, pronunciando aquello solemnemente.