6/08/2019, 03:59
Les dio paso a las dos, dándose cuenta de que Onome no iba sola hacia el local. El chico desde el nivel del suelo, recuperó la compostura y levantó esos curiosos ojos de color gris para detallar a la acompañante mientras ambas ingresaban al interior del afamado puesto de comida. Seguidamente, resignado, se encogió de hombros y volteó para ver cómo iba el enfrentamiento de los participantes.
En ese momento, vio un rostro conocido entre los dos que quedaban y no pudo evitar fruncir el ceño, inconforme con la realidad que se materializaba frente a sus ojos de ver quien iba a ganar ese encuentro y probablemente, la competencia completa.
«¡Por eso Onome insistió tanto en relegarme de la competencia!» Pensó, rumiando su fracaso de intentar convencer a la organizadora y, al mismo tiempo, pasando por alto su propia falta de puntualidad a la hora de planificar el viaje. Mientras tanto, la ronda estaba a poco de terminarse, casi perfilándose del todo un solo ganador. «¡Todo para que su sobrina ganara el concurso este año!»
— No te preocupes cariño, todo está bajo control. — Respondió ante las inquietudes de su invitada, acompañado con un guiño cordial complicidad. Al entrar, se percataría de que el local estaba prácticamente vacío, puesto que el desarrollo de la competencia, el principal atractivo de ese día, solo se apreciaba bien desde afuera. Destacaría la presencia de los dos participantes sentados de espaldas y alguno que otro empleado del establecimiento.
— Déjame que te cuente algo. — Dio un suspiro antes de contestar, y su voz se endureció un poco. —Ese joven que está ahí… — Giró la cabeza e hizo una mueca con la boca apuntando hacia la entrada. — … desde hace tres años participa en mi desafío. No es de aquí, viene del País de la Tormenta cada verano. — La mujer dio un par de pasos más hasta quedar frente a la mesa que ella dispuso para el reencuentro — Y desde entonces ha llegado hasta el final de cada ronda, casi siempre terminando antes que los demás y dejándonos en verguenza. — Terminó la frase en un punto un tanto confuso, pues se notaba que aún quedaban cabos sueltos respecto a lo que quería dar a entender.
— Me explico, porque los jóvenes de ahora no entienden nada. — Achacó. — El desafío va más allá de entretener, incluso más allá que este negocio: es una cuestión de honor para la gente de este pueblo. — Tomó asiento, y mediante su lenguaje corporal invitó a la chica a hacer lo mismo. — Se trata de una exhibición pública de fuerza de voluntad y entereza; una demostración en la que los miembros de nuestra comunidad han sobresalido históricamente en comparación con los forasteros que llegan motivados por la soberbia. — Una sonrisa de orgullo se dibujó en su semblante rayado por el sol de los campos de cultivo. — Ese es el espíritu de mi desafío. —
— Es por eso que la presencia de ese extranjero me causa tanto malestar, mi niña. Especialmente cuando trata de pasarse de listo. — Así, respondía a la pregunta. La miró a los ojos, de alguna manera tratando de excusarse con ella. —Porque para colmo, el muy descarado rechaza el premio cada año y se marcha poco tiempo después, lo que ya es una burla en toda regla. — Se quedó en silencio algunos segundos, pensativa sobre lo que acababa de decir.
—… si me lo preguntas, no te sabría decir que tipo de persona viaja de tan lejos para ganarse unas vacaciones pagadas a las Islas de Té y las rechaza sin asco. —
En ese momento, vio un rostro conocido entre los dos que quedaban y no pudo evitar fruncir el ceño, inconforme con la realidad que se materializaba frente a sus ojos de ver quien iba a ganar ese encuentro y probablemente, la competencia completa.
«¡Por eso Onome insistió tanto en relegarme de la competencia!» Pensó, rumiando su fracaso de intentar convencer a la organizadora y, al mismo tiempo, pasando por alto su propia falta de puntualidad a la hora de planificar el viaje. Mientras tanto, la ronda estaba a poco de terminarse, casi perfilándose del todo un solo ganador. «¡Todo para que su sobrina ganara el concurso este año!»
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— No te preocupes cariño, todo está bajo control. — Respondió ante las inquietudes de su invitada, acompañado con un guiño cordial complicidad. Al entrar, se percataría de que el local estaba prácticamente vacío, puesto que el desarrollo de la competencia, el principal atractivo de ese día, solo se apreciaba bien desde afuera. Destacaría la presencia de los dos participantes sentados de espaldas y alguno que otro empleado del establecimiento.
— Déjame que te cuente algo. — Dio un suspiro antes de contestar, y su voz se endureció un poco. —Ese joven que está ahí… — Giró la cabeza e hizo una mueca con la boca apuntando hacia la entrada. — … desde hace tres años participa en mi desafío. No es de aquí, viene del País de la Tormenta cada verano. — La mujer dio un par de pasos más hasta quedar frente a la mesa que ella dispuso para el reencuentro — Y desde entonces ha llegado hasta el final de cada ronda, casi siempre terminando antes que los demás y dejándonos en verguenza. — Terminó la frase en un punto un tanto confuso, pues se notaba que aún quedaban cabos sueltos respecto a lo que quería dar a entender.
— Me explico, porque los jóvenes de ahora no entienden nada. — Achacó. — El desafío va más allá de entretener, incluso más allá que este negocio: es una cuestión de honor para la gente de este pueblo. — Tomó asiento, y mediante su lenguaje corporal invitó a la chica a hacer lo mismo. — Se trata de una exhibición pública de fuerza de voluntad y entereza; una demostración en la que los miembros de nuestra comunidad han sobresalido históricamente en comparación con los forasteros que llegan motivados por la soberbia. — Una sonrisa de orgullo se dibujó en su semblante rayado por el sol de los campos de cultivo. — Ese es el espíritu de mi desafío. —
— Es por eso que la presencia de ese extranjero me causa tanto malestar, mi niña. Especialmente cuando trata de pasarse de listo. — Así, respondía a la pregunta. La miró a los ojos, de alguna manera tratando de excusarse con ella. —Porque para colmo, el muy descarado rechaza el premio cada año y se marcha poco tiempo después, lo que ya es una burla en toda regla. — Se quedó en silencio algunos segundos, pensativa sobre lo que acababa de decir.
—… si me lo preguntas, no te sabría decir que tipo de persona viaja de tan lejos para ganarse unas vacaciones pagadas a las Islas de Té y las rechaza sin asco. —
— Hablo « Pienso »
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