El acero peregrino

[Sasaki Reiji]

La mujer samurái empezó a dar vueltas a mi alrededor. La seguí con la mirada, no había que perder de vista al enemigo nunca, pero no me moví.

—Tu postura es buena —ella habló, pero no bajé la guardia—. No eres samurai, shinobi. Pero algo me dice que te están entrenando bien en el camino de la espada.

Que remedio. No había otro camino para mi. El ninja que no es ninja. Y como Ella decía, tampoco era un samurái.

»No obstante.

Ni siquiera tuve tiempo de abrir y cerrar los ojos. Antes si quiera de que pudiera parpadear Yuuna ya estaba sobre mi, con el filo de la espada levantando y cayendo sobre mi. Quería bloquear la espada, pero aquello no era mas que una finta, antes si quiera de que me diera tiempo a intentarlo, la guarda de su espada ya estaba dirigiéndose rápida y con fuerza hacia mi estomago.

Yo no era ni la mitad de rápido y aunque me hubiese dado tiempo a apartarme, hubiera sido golpeado igualmente, pero además, le hubiera dado distancia, y cuando el enemigo se movía tan rápido, era mejor tenerlo cerca.

Una cosa era cierta, no podía ganarle, por cabezota y persistente que fuera. Pero lo que si podía era darle guerra.

Lo que hice fue poner toda mi fuerza de voluntad en soportar el golpe para poder mantener a Yuuna cerca. No conocía su fuerza, y quizás no llegaba a aguantar el golpe, pero tenia que intentarlo.

Mi plan era el siguiente: Si podía soportar el golpe, pisaría su pie derecho con mi izquierdo, para evitar que se alejara, entonces intentaría golpearla con la espada, con un corte horizontal desde mi derecha hacia mi izquierda.